viernes, 31 de mayo de 2013

Nostalgia y esperanza de un naufragio: la vida



Fue mirar aquella fotografía y no pude evitar todo un torrente de emociones donde se mezclaba entre un dolor indefinible lo más bello y hermoso. Uno quiere retener aquel  momento, quedarse en aquella que entonces eras tú. Aquel sol de aquel día y el saco de nuevas experiencias dispuesto a irse llenando. Y deseas tanto volver a sentir todo ese mundo de sensaciones ya ancladas en el pasado, traídas ahora a ti por ese papel encarcelado entre la espada y la pared de un marco. Y, sin embargo, sabes cómo pararte allí sería haber perdido todo lo por venir. Una recuerda aquellos instantes y muchos otros que las instantáneas de un objetivo llenaron baúles y álbumes. Se desperdigaron imágenes entre mesas y estanterías, se custodiaron entre pliegues de una cartera y algunas, pocas se fijaron al negativo de tu cerebro. Pero me horroriza saber cuántas se perdieron por los agujeros negros de la memoria.

Tristemente o felizmente -no sé qué adjetivo poner-, pero la vida es así. Avanza y avanza hacia el torbellino del desagüe de este mundo, una fuerza de Coriolis que nos empuja irrefrenablemente en una espiral más o menos extensa de nuestra existencia.  

Uno desea retener la belleza de esos momentos y la sensatez se impone pues sabes que sólo dos modos conoces, uno natural y otro artificial. El segundo, por medios tecnológicos, una foto o una grabación: el primero, ya sabemos, es esa entelequia que se instala en nuestras conciencias pocos años después de nacer, la muerte. Siempre adornada con la esperanza de ser una ficción, un paripé dramaturgiano del teatro de la vida. Tal vez, como digo, todos retengamos en el citoplasma de la célula madre algún orgánulo que nos informa más tarde o más temprano la posibilidad de que la madrastra de la vida sea al final el único personaje verdadero de esta función, el único quizá que creímos malo cuándo era el realmente bueno. 

Puede que la muerte guarde todas las secuencias de nuestra vida y si fuimos buenos nos dará una recopilación bien encuadernada de ¡tus mejores momentos vividos…! O por lo contrario si fuiste malo te presenten un bulto desordenado y arrugado de todas tus acciones malas, crueles, de sufrimiento y dolor físico y psíquico. Vaya aquí me falla algo porque quién no me dice a mí que los sentimientos, las emociones que nos acompañan en cada acto, con cada pensamiento no sea más que productos químicos de un metabolismo propio de un ecosistema, y al fin y al cabo no es más que esto nuestros recuerdos un batiburrillo de hechos adornados, engalanados o arruinados y amargados por sensaciones que transcienden nuestros pensamientos o más bien llevadas por ellos pero que no tienen una existencia real. O, tal vez, tenga todas las posibilidades reunidas y somos nosotros los únicos responsables del lugar que le demos en el fichero de las emociones. Son difíciles de definir las psicológicas y otorgamos mayor veracidad a las físicas pero vista la experiencia y la información recogida en refutados libros de medicina hasta éstas son subjetivas, mira tú.

Además acaso estos malvados empedernidos, llamados psicópatas, ausentes sus corazones de sufrimiento ajeno, nos va a garantizar que tras la muerte las adquieran o de que ni tan siquiera sientan por ellos mismos, teniendo entre sus manos ese engrudo pestilente de sus malvados actos, que sólo le producen risa o aún mejor un orgasmo infinito con el gozo eterno de toda esa pornografía representativa que formaron sus andanzas terrenales.
No me queda más que pensar en lo inevitable, ese vaivén del oleaje que se forma en la superficie del mar de las emociones, sobre el que nos mantenemos flotando, a veces, haciendo el cristo, otras nadando y generalmente manteniéndonos sin más sobre sus aguas saladas que curten o escuecen siempre sobre las heridas. En ocasiones nos sumergimos o nos sumergen olas de gran altura hasta que sin remedio por el zarpazo de una o por agotamiento sucumbamos a sus profundidades. Esta vida nuestra, siempre en presente, no tiene otra que martirizarnos o agradarnos entre los fotogramas del pasado envuelto de recuerdos siempre creados e inventados, pero convertidos en hechos, y los imaginarios fotogramas de un siempre futuro inalcanzable, como la orilla de este océano que nos acoge, nos acuna y nos agita en su constante devenir alternante por mareas que sólo manejan, una misteriosa aún desconocida, fuerza de atracción. Una que siempre intuye la ciencia y hacia la que pretende llegar, para poder encerrarla en una teoría a la que podamos dirigirnos para entender nuestras contradicciones. Una certeza que nos diga hacia dónde nos dirigimos y qué bagaje nos acompañará. 

Yo mientras tanto acumulo esos momentos en papel u objeto, incluso algo inmaterial como el olor, entre los fotones o las líneas concéntricas de un disco, pues no me fio de mi memoria y cuando los observo y los tengo entre mis manos, al menos en ese instante me vuelvo a trasladar hacia aquel lugar. He sido buena y tengo entre mis manos la vivencia hermosa de un sueño vivido. La ilusión de que aún retengo entre los dedos largos, retorcidos y laberinticos de la memoria, esas sensaciones que recorren todavía los espacios, los reductos escondidos de mí ser. Entonces y sólo entonces sé hacia a dónde voy y para qué. Sin embargo, aun conociendo sus elementos, no puedo expresar en una fórmula que pueda aplicar sin la regla intachable del paso del tiempo.

viernes, 24 de mayo de 2013

Reflexiones



Parece que nos tomen por tontos, o quizá vaya yo de lista. Pero contrariamente a la aparente avalancha informativa le encuentro un tufillo de juego de despiste, un velo que camufla el verdadero rostro feo de la realidad.
Últimamente sólo dan protagonismo a las noticias sobre Bárcenas, Trías, Correas y de Undangarines en general. Y lo más reciente el atribuido “bombazo” de las declaraciones de un Aznarismo caricaturesco. Expectantes toda una masa de periodistas para ofrecernos las últimas impresiones de políticos que no tienen nunca nada que decir.
Veo detrás de toda esta amalgama informativa afanada en bombardearnos cada día expertos de la información que carecen de la suspicacia y destreza de la profesión, sin embargo, una estrategia de ocultamiento. Tal vez porque su  supuesta objetividad e independencia la hipotecaron con la firma de sus contratos.
Veo como digo, todo un manto florido de patch-work, que hacen invisibles los verdaderos problemas de un país. Los presuntos delincuentes, a los juzgados; los culpables a las cárceles, no hay más. No me muestren recorridos, paseos y entradas y salidas de residencias o juzgados.  Imágenes una y mil veces repetidas. No debatan quién echa más mierda a quién. O quién guarda la última carta, para eso debe estar la justicia. Y así uno por el otro y la casa sin barrer pero llenando programas y amenizando nuestras tertulias.
¿De veras que es tan difícil ver lo que se esconde, o es que da mied quiénes están detrás? En fin, eso probablemente nunca lo sabremos, y eso, que sería lo interesante y lo justo., ni siquiera los historiadores nos lo podrán aclarar tiempo después. Hay asuntos que es mejor callarlos y son incómodos en última instancia en los libros de textos. Todo por  la concordia nacional.
Atontemos, distraigamos (para ser más prudente) a los oyentes, a los espectadores (de este espectáculo), a los que navegan por internet, obteniendo más de lo mismo, pues mucha información que creemos más objetiva, más veraz,  no es más que el coladero de los mecanismos del poder con disfraz de independientes.
Despejemos el ambiente de desahucios, de gente en paro malviviendo, de servicios sociales incapaces e incapacitados. Ignorancia y pobreza instaurándose de nuevo en una sociedad que hace tan poco tomaba el tren del progreso, la igualdad y la libertad de derechos inalienables. Que al parecer sigue molestando tanto a ciertos sectores o escalones de una pirámide social (aún no destruida), por mucho que expertos  nieguen actualmente las clases sociales y se les llenen la boca con discursos de igualdad de oportunidades y justicia social. Grupos de poder  que quieren seguir disfrutando de privilegios y ofendiéndose de que otros, que consideran inferiores  los tengan por igual.
¿Creemos que porque abunden los debates políticos, nos saturen de entrevistas con señores que se resisten a abandonar un poder goloso; de personajes, servidores de ese poder que van bien servidos, están buscando la verdad? No, simplemente nos abruman con noticias que nos revuelven los estómagos, nos ofenden la vista y nos hieren el alma. Con una obscena desfachatez  nos ofrecen sus paseos con cartera, sus mansiones por lugares maravillosos y sus paraísos fiscales. Se permiten el lujo de calentarnos y enfriarnos. Nos achuchan y nos retienen dispuestos  estamos con las babas de la envidia y la rabia goteando de nuestras domesticadas fauces preparadas y listas para lanzarnos al cuello del enemigo creado para sus fines. A la voz de Bite Ref, señal con el que el perro ataca la presa que ellos mismos nos preparan.
¿Por cierto esta Gloria Lomana es hermana de la otra? En fin esta es la hornada de hijos de antaño poderosos. Miedo me dan los que vengan de éstos.
Este mundo nuestro tan avanzado en los medios de comunicación, que han aprendido tanto en artimañas y psicologías humana y social en prestigiosos masters e innumerables congresos de marketing de difusión impartidos por reputadas  universidades, desarrolladas por equipos de trabajo reunidos en encuentros de fines de semana en hoteles de lujo.  Echémosles  imaginación… No se van a preocupar de nosotros, los llamados gente corriente, de la calle, vulgo, los con nombres comunes, los anónimos pero bien identificados, controlados y registrados, vamos los desgraciados del mundo, que somos tan necesarios e imprescindibles para aquellos. No olvidemos que no hay amo sin esclavo, y es esclavo el que así se siente y hace sentir al amo. 
Este escenario político con sus abusos y sus usos, más parecen un juego de póker entre tahúres. Persecuciones entre el gato y el ratón que intercambian papeles. Mucho ruido y al final muy pocas nueces. ¿Por qué, quién sabe ya nada de Barrionuevo?, ¿Qué sabremos mañana de todos esos nombres que resuenan en nuestros oídos. Cada día los desayunamos, los almorzamos y cenamos. Si en varios días no salen en las noticias nos olvidaremos de ellos. En nuestros actuales cerebros hiperactivos sólo funcionan las atenciones múltiples y variadas.  Rápidas en su exposición,  casi compulsivas. Funciona el formato de anuncio publicitario mucha información en poco espacio de tiempo con imágenes vistosas y coloristas, que favorezca el tragar sin masticar.     
Sacado por el contexto, una incógnita, ¿qué fue de los soldados muertos hace tan sólo unos días en una base militar de Almería? ¿No es curioso que apenas después de las primeras informaciones nada se haya dicho sobre lo que ocurrió? Primeros síntomas, no se abrían los informativos con la noticia que por su gravedad lo hubiese merecido y sin embargo comenzaban con el cuarteto de Alejandría. Después del primer momento, silencio…
Y ahora lanzo una sospecha, ¿podemos fiarnos de la información que se nos ofrece? ¿Pasan las noticias por un proceso de photoshop, embelleciendo ciertos aspectos y ocultando defectos?  Realzando una boca sensual  y marcando unos pechos prominentes para que obviemos la verruga en la frente. O, tal vez, todo lo contrario manipulando las facciones exagerándolas, transformándolas  en algo monstruoso.
Me reconozco impotente de ver qué ocurre entre bambalinas pero los actores en escena lo hacen fatal, o ¿son demasiado buenos y sólo es que están representando a malos actores?  Ya entro en un bucle paranoico.
Al límite de mi paranoia ya desconfío también de los programas llamados culturales y hasta de los infantiles.
Ahora a nuestros hijos no tenemos que sensibilizarlos con los negritos de África para que valoren lo que tienen, basta con que observen a los vecinos.
Termino, bueno a ver qué soluciones nos ofrecen paras nuestras mundanas preocupaciones, eso del paro, sanidad, educación, pérdida de derechos etc… en fin menudencias de la plebe.