lunes, 28 de marzo de 2011

Avances informativos 3

La supuesta atmófera del ambiente, la amplitud del espacio, recuperaron cómo por arte de magia una realidad que transpiraba irrealidad. Qué mierda era ésto, todo este juego de laxitud, conversaciones guionadas, comportamientos envueltos en una cotidianidad no creible, ficticia, inventada para otorgar a los personajes un aire pedante. Personajes inmersos en el caos o paranoia de los que fingían unas vidas pretendidamente posibles y tal vez lo fueran para este tipo de gente superflua, vacia, abocada al abandono en el aburrimiento para recrear absurdos que simplemente imaginan para entretener el tiempo.

La película acabó tan desconcertante como transcurrió. Se había quedado en casa sólo, decidió no ir a buscarla, ni siquiera la llamó, estaba teniendo últimamente un comportamiento extraño, rayaba la grosería, no quedar con ella desde el jueves, hoy ya era martes y ni él ni ella se habían encontrado. También es verdad que tenían una relación muy relajada, se permitían sus espacios de libertad, dónde cada uno podía encontrar la independencia necesaría y suficiente para no sentirse atados.

Sin embargo siempre solían avisarse, comunicar al otro que haría tal o cúal cosa, -así que no me esperes por unos días, he quedado con mis amigas para ir de senderismo. Le encantaba la naturaleza y sabía que yo la odiaba, nunca me gustó dormir en tiendas de campaña, a la orilla de un pequeño rio, embutido en un estrecho, incómodo y frio saco de dormir y donde además difícilmente acabaríamos enrollándonos.-Por qué estaría actuando de ese modo, qué pretendía con ésto, qué esperaba, su cansancio, su decepción, su abandono. Lo curioso era que ella tampoco reaccionara, tal vez le estaba otorgando un margen de confianza, una oportunidad de corregir ese incumplimiento de su compromiso tácito.

En realidad no se encontraba bien, tenía una sensación extraña, una inquitud interna, cómo si de pronto se encontrara en un laberinto del que no sabía salir, aún conociendo que la fórmula es continuando siempre , siguiendo la misma dirección. Pero era ésto precisamente lo que le fastidiaba, incluso hasta el agobio, sentirse forzado a continuar para tener que salir de allí. Tan claustrofóbico como quedarse ahí clavado, a la espera de qué, que un helicóptero le rescatara, qué todo fuera un sueño, una pesadilla de la que acabara despertándo. Y cómo resolver la cuestión, y cómo ignorar todo el recorrido ya realizado y las sorpresas por descubrir. Tal vez fuera la certeza precisamente de este último pensamiento, qué sorpresas por descubrir. A veces se sorprendía observándola, mirándo su rostro y sus facciones y de pronto se veía como mirando a una desconocida, despertaba de tal confusión con una frase típica de ella, pero estás abducido cariño. Acaso ella lo sentía cómo un síntoma de enamoramiento, pero al menos en este caso, estaba totalmente equivocada.

Decidíó salir a la calle y dar una vuelta,despejarse un rato, recibir un poco de aire y escapar del espeso y cargado que fluía en su casa y en su mente. Se encontró con Paco. Qué haces por estos lugares y sólo. No sabías que vivo por aquí cerca. Pués no, y Adela. Cortamos hace ya casi un año. Lo siento no me había enterado. No te preocupes, fue lo mejor que nos podía pasar, ahora estoy con otra chica, y sin saber muy bien porque añadió, nos va muy bien. Bueno me la presentarás algún día, espero no encontrarte y volver a meter la pata. Típico este sentido del humor en Paco, ahora recordaba porque dejó de quedar con él. Claro, claro, lo haré. Bien voy a seguir, que he estado trabajando en un diseño y quería despejar un poco la cabeza, le mintió. Yo he quedado con unos amigos en un bar algo más adelante. Estupendo, ya nos veremos. Si, si. Hasta pronto, ya te llamaré un día de ésto, volvió a mentir, no sabía muy bien por qué hacia estas cosas, pero es algo que todos hacemos por puro convencionalismo.

Al pasar por El Encuentro, la vió, estaba con gente, un chico se hallaba sentado a su lado y hablaban animadamente. Ella sonreía de aquella dulce manera, aquella forma tan especial y cautivadora, pero no estaba celoso, era por naturaleza extrovertida y amable con las amistades. Probablemente sería algún conocido o compañero de trabajo. No obstante le hizo sentirse incómodo el ver que hallándose tan cerca de su casa no hubíera tenido el detalle de llamarlo o quizá haber pasado a recogerlo. En fin, siguió el camino, ni siquiera se detuvo, la amplia cristalera del establecimiento dejaba ver, desde su perspectiva, la escena, sin necesidad de tenerse que detener y poder ser sorprendido espiándola desde fuera. Llegó a la altura de la calle Miralles, donde trabajaba y justo en la esquina con la avenida Colón, se encontraba una agencia de viajes. Paró ante el escaparate, estudiando los paneles de ofertas. Se detuvo en una que le pareció más atractiva, Viaje a Cancún, diez románticos días en unos de los paisajes más exhuberantes del Caribe. Viva unos días de ensueño en un marco incomparable. Le hizo sonreir, la publicidad típica de estos anuncios, tan faltos de originalidad. Además para qué tenerla, el que elige hizo la elección mucho antes, ya tendría sus motivos, no es algo que uno se deje convencer tan fácilmente. Sólo una cuestión es sumamente importante, la económica, y ésta prometía con una oferta apetitosa, que incluía en el lote el desayuno, almuerzo y cena, y además recorridos turísticos por los principales atractivos de la zona. Sería estupendo poder perderse, se fue repitiendo fijo en su mente este deseo, poderse perder, mientras entraba de lleno en la confluida avenida, que ahora no le dejaba ni oir su pensamiento. Entre tanto claxon y ruidos indefinidos, un sonido único hecho de una mezcla de motores rodados y estáticos, aires acondicionados, extractores de cocinas, arrastres de sillas, toldos enrollados una vez ocultado el sol. Voces y griterios, murmullos y susurros, cuánto tan poco hizo tanto, y el sonido inmenso de todos los silencios.

Pasó al lado de una parada, donde el motor a relentí de un autobús, esperaba que subieran y bajaran los pasajeros. Forzado en el arranque progresivo, con el que hábilmente se incorporaba al denso tráfico. Mientras, él se perdía entre la gente como se perdió incluso el recuerdo de aquel reciente deseo.

Continuará

miércoles, 23 de marzo de 2011

Avances informativos 2

No sabe bien a que hora llegó anoche a casa, sólo que tomó un poco de leche con cereales, se sentó en el sofá mientras se calentaba un té en el microondas. Eran las ocho cuando el despertador lo llamaba irritado desde el dormitorio. Al final se quedó dormido en el sofá. Le dolía todo el cuerpo, sentía la garganta seca algo rasposa. Fue al microondas sacó el té ya helado, lo recalentó y preparó una tostada. Mientras se hacía fue al cuarto de baño, reconoció tener un aspecto horrible. Tuvo apenas media hora para tomar una ducha rápida y atragantarse con la tostada.


Tenía claro que hoy de ir andando al trabajo nada, pero no sabe si tomó la decisión correcta cuando habían pasado casi diez minutos y aún esperaba el autobús, por fin vio venir el treinta y cuatro, que por suerte también pasaba por las oficinas. Venía repleto pero consiguió entrar y se hizo hueco al lado de uno de los asientos que estaba ocupado por una señora que llevaba los ojos cerrados y ajustando contra el pecho con fuerza el bolso que le colgaba del hombro. Pensó como reconocería de ese modo cuál era su parada, no pudo comprobarlo pues el llegó antes a su destino. Dos minutos pasaban de las nueve cuando ya se sentaba en su mesa. Removiendo los papeles que tenia que archivar, meditaba sobre llamarla a la hora del almuerzo, tal ver quedarían en el McDonald de enfrente. Sin embargo ni siquiera la telefoneó para saludarla como acostumbraba, tomando la opción de comprarse algo que comió en un parque cercano, distraído con la gente, algunos ,cruzando sin más como acortando camino o por simple distracción de un itinerario más apetecible que las aceras colindantes de la avenida, otros igual que él comían o descansaban. También algunos niños con sus madres jugaban en los columpios aún con las mochilas del cole que dejaban en el banco custodiadas por sus mamás, perfectas vigilantes de sus movimientos.

Probablemente continuará...



martes, 22 de marzo de 2011

palabras colores

Pensamos que las palabras son acromáticas por aquello del blanco y negro, pero pensar eso cae en un grave error, bien sabemos los que las usamos, por diferentes motivos y medios, ya sean habladas o escritas, lo difícil que nos resulta a veces buscarlas para un lugar adecuado o encontrar el lugar adecuado dónde una vez la tengamos, ya sea en mente, boca, punta de lápiz o estilográfica y más usual en los últimos tiempos en las yemas de los dedos que pulsan las teclas que terminan configurándolas, quedemos ahí mirándolas buscando la combinación entre unas y otras. Nos alejamos para coger perspectiva, cómo en un cuadro, observando si los colores acertaron en lo elegido, comparando modelo cuando lo hay, incluso transmutado por la emoción que inspira y se interpreta, cargado de nuestras intenciones más allá de lo aprendido. Tal vez el resultado nunca óptimo llegue a cubrir las pensadas expectativas. Suele ocurrir que lo pensado y realizado se defraudan, faltando allí principios de fidelidad convenida, bien proveniente del objeto o del sujeto.
No sólo en esta paleta jugamos a probar, cogiendo de éste o aquel color, mezclando en ocasiones con palabras compuestas, pero nunca inventadas si fue ésta alguna vez nuestra ilusión, creemos ésto a veces, y qué equivocada pretensión pues ya estuvieron antes de encerradas en botes delimitados en amplia gama, pululaban por ahí entre las cosas y el aire, entre el cielo y la tierra, en el agua y en el fuego, materia viva o inerte, y siempre dependiendo de nuestros sentidos y nuestras formas de sentirlos. Posándose en los objetos colores y palabra, reinventándose, añadiendo o eliminando incluso lo servible pero dispensable.

Pensamos una vez más equivocados, que por sólo estos colores, o lo que es lo mismo, las palabras, luchamos y vamos a su encuentro cuando de hacerlo bello se trata, ya sea verso o prosa, diálogos, refranes o proverbios. Así también el escribiente sufre en esa carta comercial o personal, buscando el trato adecuado y el saludo correcto, que en un contexto simple pero acertado, cuide que todo esté perfecto, fallando en el intento si una equivocada despedida, viniera al final a echar por tierra tan correctas pinceladas, de descripciones y emociones templadas e incluso contenidas si la ocasión lo merece; o por el contrario, dónde hubo de haber pasión, quedó todo frío y vacío.

lunes, 21 de marzo de 2011

domingo, 20 de marzo de 2011

Avances informativos

La dejó en su casa, despidiéndola una vez más marcando un beso con los labios. Siguió calle arriba, con cierto cansancio acusando la pronunciada pendiente. Comenzó a caer una pequeña lluvia que no precisaba de paraguas, pero tendría problema si esta fina agüilla permutara en recio chaparrón. Parecía concentrarse toda en los cristales de sus gafas y los edificios ,los rostros , las luces, se desformaban como si hubiese entrado, como cuando niño, en la casa de los espejos. Imaginaba con qué facilidad las cosas modifican sus límites con tan mínimo esfuerzo. Volvía de nuevo a la imagen que su retina fijó, ella subiendo las escaleras hasta el portal, sus bonitas piernas estilizadas por aquellos finos tacones rojos, su silueta ondulada por los lánguidos pliegues que la seda de su vestido, marcaba la hermosa curva que surgía a partir de su cintura y acababa donde sus muslos comprimía su sexo.

Fueron quizá tantas lluvias que desformaron los límites de su figura, no la auténtica sino la imaginada en él, llenando de cotidianidad la esencia de aquella lejana locura que hace algún tiempo lo atrapó.

Ajustó la chaqueta contra los brazos y aunque la temperatura era agradable, sintió mucho frío, pero un frío que no es externo sino que viene de los recónditos interiores del alma. Qué estaba haciendo con su vida , parecía un coche sin control, inútiles volante y pedales, inservibles sus maniobras para conducir una máquina que se obstina en dirigirse por lugares que no premedita , sin libertad por ausencia de decisión , tan sólo un discurrir autómata, aleatorio, sin rumbo, sin cordura. Un estar en el asiento del conductor como mero copiloto, que se limita apenas sin interés dejando pasar los múltiples fotogramas de los espacios recorridos.

Llegó a una pequeña plaza llena de jóvenes que gritaban, bebían, algunos reían a carcajadas descaradas, se tocaban, otros se besaban, parecían felices acaso con la misma inercia con la que él, ahora lo veía claro, vivía su vida.

Abandonó la plaza no sin cierta melancolía , la ingenuidad que recubre las cosas cuando la experiencia es escasa , simple casi vacía, hecha de pasado tibio, presente ardiente y futuro ignorado.

Tiene sus huesos años suficientes para notar la continuidad de aquellos pasos, de la noche, de los desniveles del camino, adoquines gastados, unos rotos,otros mas elevados que provocaron aquel leve tropiezo, suerte que solo tomó aquel vino cenando, ya probablemente metabolizado aunque solía ser de digestión lenta y pesada. Pero le gustaba cenar poco los domingos , no quería llegar los lunes al trabajo con el reflejo claro de los desmadres del fin de semana, cómo les ocurría a la mayoría de sus compañeros, que hasta algunos tenían como costumbre faltar si acaso las primeras horas con las típicas dolencias, jaquecas, cólicos, diarreas, como pretextos inútiles de una enfermedad no culpabilizante sino más bien inoculada por voluntad propia.


Probablemente continuará...

martes, 15 de marzo de 2011



ensayo sobre la reproducción

Se comentaba en la calle, en la panadería, en las oficinas de correos o en el banco, mientras se esperaba en la cola del autobús, en el trabajo. Se hablaba como en secreto, bajito, a hurtadillas. Se diluía como un gas tóxico en el ambiente. La voz de alarma partió de los hospitales, la prensa se hizo eco una semana después. Al principio se percibía con cierta extrañeza, las matronas y enfermeras, mientras desayunaban en la cafetería del hospital se sorprendían por la ausencia de partos en su turno. Cosa nada normal teniendo en cuenta que allí se atendía a la mayoría de las parturientas de los municipios de la provincia.

- Nadie pare, decían desconcertadas en su rutina
- Esto es rarísimo, en mis veinte años de experiencia nunca vi nada igual.

Seis días después, la incredulidad dio paso a la certeza, las mujeres se negaban a parir. Las portadas de los periódicos traían titulares sensacionalistas, dejando entrever sus ideologías: economistas, “La base de la humanidad, en quiebra”; globalizadores, “El planeta en peligro”; nacionalistas, “El país, sin futuro”; históricos y tradicionales, “Culturas milenarias abocadas a la aniquilación”; algunos con prejuicios evidentes “Histeria femenina”, con argumentos retrógrados y fundamentados en ancladas corrientes filosóficas y psicológicas que legitimaran sus opiniones. De momento, decían los más pesimistas, es un germen localizado, pero amenaza con extenderse como un virus descontrolado y desconocido. Las cadenas de televisión entraron también en el juego de acoso y derribo de las insurrectas, debates con supuestos expertos y personajes famosos que desembocaban en un burdo simulacro con pretensiones, pero que sólo ofrecía un espectáculo de gritos y ofensas sin más intención que entretener al personal. Puntos de vista divergentes pero enconados en una animadversión hacia las mujeres. Tan solo algunos pequeños grupos independientes alzaron su voz para apoyar y animar tal iniciativa, y acto seguido, eran duramente criticados y hasta tachados de apologistas de lo que llamaron “terrorismo feminista” por sus propios colegas.

La alarma social era tal que el gobierno estableció un protocolo de urgencia, con reuniones de ministros y sesiones parlamentarias. Algunos decían socarronamente, “ya reventarán, no van a retener al crío para siempre”. Otros, desde un punto de vista más moral y humanitario opinaban que probablemente no dejarían que se les murieran dentro, sería un asesinato. Desde la perspectiva médica esto era, además, inaudito, imposible de mantener, pues el cuerpo tiene sus principios naturales que escapan a nuestra voluntad y determinación.

Pero la evidencia contradecía cualquier lógica y no sólo las madres conseguían retener a sus hijos, sino que éstos, además mantenían una salud estable, como si el reloj evolutivo se mantuviera en esa visión inquietante de la aguja segundera en un avanzar y frenarse continuo, situación que increíblemente mantenían a madre y bebé en óptimas condiciones.

Se concretó un estado de excepción. Todas aquellas mujeres que se negaran a parir serían obligadas a ser intervenidas médicamente. Con o sin su consentimiento, se extraería a la criatura, sobre todo por el bien del menor. Acaso la sociedad tenía otros escrúpulos y saltaron las voces que alegaban que eso supondría un atentado a la libertad individual y derechos de la mujer a decidir en su cuerpo y dejar a la naturaleza que interviniera sin más. Pero la naturaleza es mujer.

También, ¿cómo no? se apuntaron al carro las religiones, que mucho habían tardado en manifestarse con sus ecos culpabilizantes, sus abnegaciones y sus derechos ofendidos ante la crueldad excesiva de madres desnaturalizadas. Que los infiernos creados caigan sobre ellas y sus conciencias, gritaban desde sus púlpitos.

Pero contrariamente, los argumentos médicos, morales y éticos no tenían ninguna base porque las embarazadas habían quedado en stand by, sin riesgo para el infante ni para ellas mismas.

La situación se iba complicando, arraigando, enrareciendo las relaciones personales. La agresividad camuflada en hipócritas comportamientos sociales se expresaba ahora con total legitimidad y cierta impunidad. Las mujeres decidían no traer hijos al mundo, entraban en una infertilidad elegida, en una huelga de úteros no reproductivos. Los réditos de las clínicas de infertilidad cayeron en picado. El futuro económico, social y la propia existencia del mundo se dirigían al caos. Aquí había surgido el foco de infección, pero el contagio general al resto del planeta se intuía, la epidemia parecía inevitable. Si la metáfora médica no es suficiente, utilicemos mejor la bélica, así diríamos que, la llama había sido encendida y trazado su reguero de pólvora.

La vida humana tenía los días contados. Al fin podríamos determinar su fecha de caducidad con escaso margen de error, años arriba, años abajo, motivado por variables independientes de muertes que, por retraso o adelanto, modificaran las estadísticas, como accidentes, enfermedades, suicidios, genética, estilo de vida, pros y contras que escapan a las predicciones. Pero poco a poco, sin reservas ni renovaciones se acabaría con la existencia humana.

El miedo, muchas veces provocado e incitado por los medios de comunicación, fomentó los actos violentos contra las mujeres, que eran insultadas y en ocasiones se llegó a límites extremos, violadas y forzadas a intervenciones médicas para quedar embarazadas, pero no quedaban. Llegaron a realizar algunas cesáreas obligatorias, pero esto, simplemente, sería un añadir, una pequeña ventaja, un sumar a la cifra total de la población en sólo pocos niños nacidos que ampliarían escasamente, si acaso, una generación más.

La situación se había escapado de las manos, sólo quedaba una última opción, tal vez la más simple, pero la más olvidada, reconocer la importancia de la mujer en la sociedad, escuchar a estas mujeres e intentar transformar la mirada social, restableciendo el orden natural que nunca debió perder en la historia. Se acordó un encuentro con todas aquellas embarazadas salidas de cuenta, 553 mujeres que estuvieron de acuerdo siempre y cuando se les tratara adecuadamente y con respeto. El gobierno se comprometió y puso a su servicio todos los medios para que viajaran cómodas y acompañadas de algún familiar, esposo, madre, hermana o amiga.

Se acordó distribuirlas en pequeños grupos dirigidos por el presidente del gobierno y designando a comisarios por sus cualidades mediadoras a cada grupo. Toda la comisión estaba asesorada por expertos multidisciplinares, agentes sociales, psicólogos, sociólogos, médicos, religiosos, interventores internacionales para salvaguardar los derechos de las participantes y la legalidad del evento. Fueron necesarios varios días de discusiones, debates, propuestas, acuerdos y desacuerdos hasta el día M, en honor a la revolución que las mujeres habían protagonizado. Ese día se dio a conocer la nueva ley IRE, Igualdad, Respeto y Equidad, que instauraba los principios básicos para una sociedad donde todos sus ciudadanos, hombres y mujeres, tendrían garantizados sus derechos y deberes en la construcción del progreso, presente y futuro de la humanidad. El presidente habló ante la Asamblea Constitucional dando lectura de los resultados de la Comisión y creación de la nueva Ley.

Comenzó su discurso:

“Señoras y señores diputados y diputadas, señoras y señores,

“La Historia ha sido injusta con las mujeres. La Historia ha estado escrita por los hombres, pero nuestras memorias no engañan. La mujer ha sido, es y será protagonista de la Humanidad en igualdad con los hombres. Todo lo construido en este avanzar del mundo se debe también, y no podía ser de otra manera, a las manos, cuerpos y mentes de millones y millones de mujeres. Mujeres que construyen día a día un mundo mejor. Mujeres que nunca figuraron, sin protagonismo, anónimas presencias ocultadas por aquellos que, por vanidad, orgullo, poder, miedo o ignorancia se creyeron superiores”.

Fue exponiendo uno a uno los reglados y cansinos artículos, y concluyó:

“La Historia tal vez se re-escriba de nuevo con esta otra visión, con voces antes calladas. Hoy descubrimos una nueva vida que comienza. Acaso sólo así seamos capaces, hombres y mujeres, de configurar una realidad más feliz y humana para todos. Muchas gracias”•