martes, 22 de marzo de 2011

palabras colores

Pensamos que las palabras son acromáticas por aquello del blanco y negro, pero pensar eso cae en un grave error, bien sabemos los que las usamos, por diferentes motivos y medios, ya sean habladas o escritas, lo difícil que nos resulta a veces buscarlas para un lugar adecuado o encontrar el lugar adecuado dónde una vez la tengamos, ya sea en mente, boca, punta de lápiz o estilográfica y más usual en los últimos tiempos en las yemas de los dedos que pulsan las teclas que terminan configurándolas, quedemos ahí mirándolas buscando la combinación entre unas y otras. Nos alejamos para coger perspectiva, cómo en un cuadro, observando si los colores acertaron en lo elegido, comparando modelo cuando lo hay, incluso transmutado por la emoción que inspira y se interpreta, cargado de nuestras intenciones más allá de lo aprendido. Tal vez el resultado nunca óptimo llegue a cubrir las pensadas expectativas. Suele ocurrir que lo pensado y realizado se defraudan, faltando allí principios de fidelidad convenida, bien proveniente del objeto o del sujeto.
No sólo en esta paleta jugamos a probar, cogiendo de éste o aquel color, mezclando en ocasiones con palabras compuestas, pero nunca inventadas si fue ésta alguna vez nuestra ilusión, creemos ésto a veces, y qué equivocada pretensión pues ya estuvieron antes de encerradas en botes delimitados en amplia gama, pululaban por ahí entre las cosas y el aire, entre el cielo y la tierra, en el agua y en el fuego, materia viva o inerte, y siempre dependiendo de nuestros sentidos y nuestras formas de sentirlos. Posándose en los objetos colores y palabra, reinventándose, añadiendo o eliminando incluso lo servible pero dispensable.

Pensamos una vez más equivocados, que por sólo estos colores, o lo que es lo mismo, las palabras, luchamos y vamos a su encuentro cuando de hacerlo bello se trata, ya sea verso o prosa, diálogos, refranes o proverbios. Así también el escribiente sufre en esa carta comercial o personal, buscando el trato adecuado y el saludo correcto, que en un contexto simple pero acertado, cuide que todo esté perfecto, fallando en el intento si una equivocada despedida, viniera al final a echar por tierra tan correctas pinceladas, de descripciones y emociones templadas e incluso contenidas si la ocasión lo merece; o por el contrario, dónde hubo de haber pasión, quedó todo frío y vacío.

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