viernes, 1 de junio de 2012

Positivismo realista, escuela de Eduard Punset


Empezaré por un punto concreto, por no retroceder demasiado y perderme en los abismos de las ideas entrando, como suelo, en un bucle, un atolladero de reflexiones donde acabo perdiéndome como en un laberinto donde no vale seguir siempre en la misma dirección. Parto de una entrevista realizada hoy a nuestro líder mediático Eduard Punset. Es conocido por todos gracias a sus continuas apariciones en programas de televisión y radio. Él ha creado una imagen y los medios la han reforzado con cierto valor científico, pero no deja de ser una seudociencia con elementos atractivos para la población. ¿Quién no desea ser feliz? Pero, ¿qué es eso de la felicidad sino un concepto inventado? Manipulado estratégicamente por la publicidad para fomentar e incrementar nuestro consumo. La publicidad dirige nuestros deseos, supuestos impulsores de nuestras pequeñas o grandes felicidades, pero auténticos verdugos de ella cuando no conseguimos realizarlos.

Esta sociedad consumista, ya no tan actual, engaña a nuestros pobres espíritus con satisfacer deseos inoculados acumulando elementos supuestamente necesarios que determinan nuestra felicidad.

La felicidad también es víctima de la moda y lo que hoy podía hacernos felices, mañana no. La élite va marcando tendencia. Esta élite, siempre satisfecha, nos habla de una mirada positiva, casi ingenua de la felicidad. Tal vez, lo que esta gente quiera con esta bonita y deseada palabra sea conseguir atontar a una población, banalizarla, convertirla en mentes poco exigentes, esforzándose en sentir la paz interior a través de contextos espirituales, deportivos, de ocio, de moda… llenando nuestras vidas. No importa que lleves meses sin trabajar, que te hayas quedado en la calle, que no puedas dar a tus hijos lo mínimo para vivir con dignidad (una estabilidad, una formación adecuada, una alimentación correcta, un desarrollo pleno de su personalidad) amparados por unos padres que le puedan dedicar su tiempo. Y ¿qué decir de ese muestrario de placeres culinarios que famosos chefs nos muestran a través de la hipnótica ventana de nuestro televisor? No son platos de todos los bolsillos, pero son mostrados como objetos de deseo. La élite siempre marca la diferencia entre ellos y nosotros.

Podemos seguir añadiendo: programas donde nos enseñan casas habitadas por glamorosos personajes de estupendos jardines y piscinas; diseñadores que lamentan tener su sector en crisis y sin embargo están sustentados por grandes inversiones y presentados sus desfiles ¡hasta en los telediarios!

Querido Punset, esta mañana nos hablabas de que todos nuestros problemas tienen fácil solución si somos optimistas y positivos, si nos conformamos con pequeños placeres, si hemos tenido la inmensa suerte de ser queridos y apoyados en nuestra vida. Es cierto que la autoestima, un ánimo positivo, y una vida cómoda, ayudan, siempre ayudan. Una actitud positiva siempre es recomendable mientras que otras fuerzas no se estampen, como una tarta, en tu rostro.

Mañana me levantaré positiva, me pondré en marcha y me esforzaré para conseguir un trabajo, mantener mi hipoteca y tener a mis hijos colmados con todas las posibilidades y competencias a su alcance.

Cualquier esfuerzo en la formación requiere tiempo y dinero. Es una idea peligrosa creer que tenemos lo que nos merecemos y que, con esfuerzo, se consigue y se puede alcanzar un futuro mejor.

Claro que, como mis hijos son tan listos, porque han heredado mi inteligencia, que si llegan a heredar la de la madre, a ver cómo iban a poder estudiar, que se esfuercen, dice esta gente tan entendida. Tal vez estos no hayan comprendido aún que esfuerzo y resultados no son parte de un continuo, quizás para ellos, porque, si no valían, siempre contaban con otra salida, otro colegio privado, profesores particulares, cursos en el extranjero… ¿Cómo repercute la recompensa de un esfuerzo en una persona que antes debe atender mil necesidades? ¿Cómo puede competir un atleta minusválido con el mejor corredor del mundo, incluso con uno normalito, incluso con uno flojo convencido, pero con chófer particular? Estos Punsetes son peligrosos porque hacen una sociedad conformista que acepta y mira al mundo con una ingenuidad que no lo merece. Pero ellos saben que el pueblo unido compensa la economía de un país, donde las grandes fortunas tienen sus paraísos fiscales. Saben que sólo con sus sacrificios, el carro tira para adelante. La fe mueve montañas, pero esta carga demasiado pesada, formada por todos estos sinvergüenzas y aprovechados, nos hará derramar sangre y no esperemos que se compadezcan y nos ayuden a tirar de él. Ellos no lo necesitan, a nosotros nos va la vida en ello.

Me pregunto si le sirvió de algo a los esclavos del Antiguo Egipto construir aquellas maravillosas pirámides que sirvieron para anunciar sus grandezas y esfuerzos o si fueron alivio para su postrero descanso.

Invito a pensar, la felicidad no se construye con cosas pequeñas sino importantes y necesarias que nos ayuden a crecer libres. Armonía y equilibrio entre la gente de todos los países. Equilibrio y equidad, huyendo de falsos salvadores.

Llenemos nuestro cuerpo y espíritu y bajo la sombra de un hermoso árbol, mejor con frutos, descansemos y disfrutemos de las maravillas que nos rodean, además, veréis qué bien se hace la digestión o lo que se rodee. También a mí me gusta disfrutar de las cosas simples y pequeñas que te ofrece la ingravidez y liviandad de la felicidad. Pero no en vano dijo aquel que la felicidad está llena de pequeñas cosas, un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…

Bromas aparte, debemos saber que toda esa avalancha de filosofías positivas, nos arrastran a la misma ignorancia a la que nos suele tener acostumbrados el poder. Ilusiones para crear un ánimo hipnótico no consciente e irresponsable. Hace falta un carácter de acción, una acción orientada, no a un placer individual, que sólo abarque mi mundo particular, sino que necesita de una catarsis total, un cambio de mentalidades. De una vez por todas, demos utilidad a esa parte del cerebro que tanto se suele tener dormida y no es el equívoco y malentendido potencial del que tanto hablan esos gurús científicos, sino uno que siempre ha estado ahí y funciona con energía ecológica: pensar. Pero con una mirada crítica, cuestionándolo todo, digiriendo argumentos y discursos, muchos de los cuales nos los tragamos ya triturados.

Pensemos desde el amor, no sólo del propio, sino del ajeno, del respeto, no sólo a nosotros, sino hacia los demás.

Fuera demagogia, cuidado discípulos punsetianos, la vida no trata a todos por igual, por eso el hombre debe luchar por esa igualdad. Un mundo mejor para todos, esta es la verdadera filosofía positiva.

La felicidad no es un concepto universal, ni tan determinante para todos. Hay sociedades que ni siquiera se la plantean. Es un recurso de las sociedades tecnológicamente desarrolladas contaminado, como sus grandes ciudades, y utilizado como cebo para la población.

Es una ideología elitista, cuanto menos, de una parte de la población que suele desconocer los mundos subterráneos, tal vez la hayan leído o estudiado, pero siempre desde la protectora distancia del que tiene lo fundamental cubierto, y a partir de ahí se permite disfrutar de la vida.

En este mundo desarrollado, nuestras satisfacciones son éticamente mediocres, frente a las injusticias cometidas al resto de la humanidad. Quién si no se recreaba antaño con el arte y la cultura, quién llegó, si no por origen o mecenas, a un desarrollo de sus capacidades. El hombre fue creando derechos para todos, ahora quieren, en esta sociedad desarrollada, volver a andar para atrás. Que no nos engañen, la pérdida de estos derechos y los soporíferos rumores de falsa filosofía seudocientífica de distracciones superfluas y el desarrollado control de los medios, nos quieren dirigir hacia una vuelta a la ignorancia.

El hombre es libre cuando piensa por sí mismo, y este pensar sólo tiene un camino para la felicidad, la igualdad desde el respeto.

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