martes, 8 de marzo de 2016

ESA MUJER CAMINA CON UN TOMATE VERDE SOBRE LA CABEZA




Esa mujer camina con un tomate verde sobre su cabeza, va recta y trata de mantenerlo en equilibrio. Espera que madure y siembren la tierra sus semillas. Recorre itinerarios, a veces, imprecisos. Porque esa mujer debe caminar con un tomate verde sobre su cabeza.
Come, duerme y, a veces, guarda silencio y cuando grita nadie la escucha. Esa mujer se esfuerza y trabaja y no se la reconoce. No tiene título ni orla que adorne su despacho. Su categoría profesional, ama de casa, chica para todo, madre, hija, amante, esposa, abnegada. Friegasuelos de día y sexy de noche.
Esa mujer camina con un tomate verde sobre su cabeza, y no pocas veces tiene feos apodos y vendedores insaciables. Carne apaleada, institucional lavado de cerebro y programada lobotomía casera. Apuntes guardados en una caja y un título de licenciada estropeado y añejo.
Esa mujer cumple años y pierde el interés por ciento. Corre para ganar metas que no alcanza porque le ponen piedras, abismos y trampas en el trayecto. Esa mujer imperfecta siempre, haga lo que haga, que sigue como una autómata órdenes de un demonio incrustado en su cerebro. Esa mujer patalea, se impone, cree que gana y casi siempre pierde.
Esa mujer camina con un tomate verde sobre su cabeza, y cuando menos se lo espera, abofetean su raciocinio. Las modas tienen derecho sobre el largo de sus faldas, de los cortes y costuras de sus cuerpos. Cosmética cara de falsos beneficios de composición extravagante, con adjetivos imaginativos para sus frustraciones, deseos creados y sus complejos ocultos que imitan seguridad con una fachada falsa, una máscara costosa. Ese pintalabios no es sólo colorante rojo, ni da brillo por sus partículas tóxicas sino que hace unos labios voluptuosos, jugosos y sensuales. Esa colonia, crema, champú, ese traje o bolso, no sólo la embellecen y adornan sino que la convierten en princesa de un cuento chino de juventud eterna, seducción imbatible, efectos sobrenaturales de poderes infalibles. Engaño obtuso para incauta no necesariamente de inteligencia deficiente.
Ante este condicionamiento aberrante, ¿cuándo gritar basta? Ya está bien de convertirlas en maniquíes de escaparate. Producto del sector subsidiario, peso bruto mucho, peso neto, más bien nulo. A esa mujer no se le respeta la ley natural de su individualismo, sino que le viene marcado con sello de origen una serie de absurdos atributos, un patrón único, determinado y determinante. Porque esa mujer camina con un tomate verde sobre su cabeza.
Sexo y no sexualidad libre, pues debe satisfacer a muchos amos. Maternidad según convenga e interese al mercado productivo. Amor poco y malo, y no le queda otra que imponerse el amor duro.
Esa mujer camina con un tomate verde sobre su cabeza. Esa mujer es ciudadana libre, proclaman las leyes, esas que echan a sus espaldas cuantiosas mentiras, mostrándose ante el público con su hipocresía maquillada. Interesa a un poder de nobles varones que siga rugiendo algo entre sus piernas, marcando su territorio con una amenaza preventiva, que desemboca en agresividad manifiesta.
¿A qué tienen miedo, sin embargo?, ¿quizás a esa mujer que por ahí viene con un tomate verde sobre su cabeza?

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