Llegó esa ausencia de ti,
bañar de recuerdos el espacio que dejas vacío
porque te venció esta batalla
de dura lucha entre tinieblas.
Dónde vagaron tus pensamientos
en aquellos infinitos instantes.
Tus manos tocando la tierra
donde germinaron tus tomates y pimientos,
recreando tu torpe oído
con los trinos de los pájaros
en cuidado tan místico
sujetando la trayectoria de los frágiles tallos
con quebradizas y firmes cañas
alineadas y con cuerdas amarrabas.
Como el hilo que sujetaba aún tu vida
hombre de mirada dura y sonrisa tierna
que en tarea se intercalaban
pobre marioneta desvalida,
controlada por finos tubos que aún manejaban
tus movimientos rítmicos y desacompasados,
agitando con minúsculos resortes
tus manos que no acertaban a tocar
ese rostro envejecido de barba y años.
Esas piernas obstinadas en permanecer firmes
que, a duras penas, se sujetaban.
Son reflejos de este tedioso pero corto adiós.
Buscaron tus fuerzas heridas ese mar de tus recuerdos
qué imágenes cruzaron tus pensamientos,
un niño que juega con un caballo de cartón, quizás,
correr por los terrizos del campo con tus pequeños pies descalzos,
si fue un beso de aquel amor,
y sus frutos y los frutos de sus frutos.
Eres juez y parte de nuestras existencias,
que inevitablemente nos unieron a ti.
Si mueres, una parte morirá en nosotros,
y sin embargo, vivirás en esa parte
que guardamos de ti.
Son escenas que nuestra mente fijaron
con los matices que cada uno incorporamos,
cuánto de ti nos quedó ocultado,
cuánto que nos fue desconocido,
desde que, a este mundo llegaste,
muchas primaveras florecieron,
melancólicos otoños vinieron
y de ardientes veranos gozaste,
hasta llegar a este gélido invierno.
Es triste este momento,
que no tendrá ya un mañana,
donde ver tu rostro
y escuchar tus pequeñas quejas.
No sufrir por tu sufrimiento,
pero no tenerte ya cerca.
Y ahora, a cambiar todo por recuerdos,
llorar tu eterna ausencia,
y rememorar tu carácter atormentado,
de grandes contradicciones,
extrayendo de tus profundidades,
la luz que a veces te acecha.
No juzgaremos tus actos,
que ya la vida es jueza,
y te quitó así como te dio
grandes disfrutes.
Y es ahora cuando llegó la dura prueba
que siempre planeó sobre tu cabeza.
queremos pensar que vivimos
un sueño en este juego,
que en jugar, la vida se empeña,
y esta angustia de perderte
y volver atrás los relojes que bruscamente se detengan
en ese impás de tenerte o no tenerte,
que así tendíamos las prendas
que quedaron huérfanas de tu cuerpo,
como ahora nos dejan,
desnudas nuestras pupilas
de tu amada presencia.
Amaneció tu abandono, que ahora la tarde
te acuesta en esa cama eterna.
Llévate por todo equipaje,
nuestro amor, que ahora tu alma calienta.