domingo, 29 de octubre de 2006

la manipulación o el deseo


Los valores de una sociedad siempre han sido construídos desde las perspectivas personal, familiar, social, cultural e incluso geográfica. El ámbito familiar, hasta no hace mucho, ha sido el de mayor fuerza en esa formación de valores. La situación actual es distina por diferentes razones.

Primero, la familia ha desviado esta función hacia el entorno escolar (aquel que más se adecúe a sus principios)

Segundo. El poder económico que dirige nuestros deseos hacia un fin

Tercero. La presión mediática, grandes avances tecnológicos y en los elementos de distribución y acceso a la información.

El menor queda indefenso ante la gran avalancha de información debido al gran desarrollo de los medios de comunicación, desde la publicidad a los distintos elementos socializadores, que nos llegan a través de los avances tecnológicos.

Pero también el adulto ve modificado su criterio (como pensamiento crítico y que cuestiona la información que le llega).

El poder económico no dirige sólo los grandes capitales de las sociedades actuales, también hacen negocios, también realizan actividades financieras desde elementos tan poco monetarios como nuestros deseos, convicciones, pensamientos, decisiones, personalidad... Sutil, y a veces, descaradamente, nos van despojando de nuestra opción a elegir, haciendo ver que elegimos nosotros mismos. No es una mano negra, ni una mano invisible, pero, como suele ocurrir, la ciencia se une al poder, en principio, por necesidad. Pero el poder es el que orienta la investigación hacia sus intereses.

La psicología, una ciencia que comenzó a tenerse en cuanta en el siglo pasado, sabe bastante de todo esto, como un elemento científico más, prestándo al poder elementos, investigadores, de control. ¿Qué, si no, de la información subliminar? ¿qué del condicionamiento? ¿qué del machaqueo de imágenes que taladran nuestro cerebro? ¿qué del hipnotismo? ¿qué de los lavados de cerebro? ¿qué del conocimiento químico y fisiológico de nuestro comportamiento? ¿y qué de nuestro lenguaje lógico y emocional?

jueves, 19 de octubre de 2006

sociedad hipócrita

Cuando mostramos una cara perfecta (retocada por ordenador), esa bella y perfecta mujer de cuarenta años que nos dice lo bien que le va esa crema para cuidar su cutis, y qué suave tiene su piel, sin celulitis, tersa, ese culo prieto y ese pecho terso; esa madura mujer es una modelo que probablemente tenga apenas veinte años o incluso una adolescente.

Cuando envejecer parece hasta ofensivo, una lacra para la sociedad, una epidemia que debemos erradicar.

Cuando valoramos ese cuerpo de mujer aniñado no estamos siendo cómplices de esos animales que negocian con niños, con niñas, que utilizan a menores para saciar sus deleznables fantasías sexuales. No siempre debidas a tristes enfermedades. Muchos no son enfermos, ni son incultos, ni son víctimas ni sus vidas, son espléndidos hombres con vidas exitosas, poderosos, padres de familia, buenos ciudadanos...

Valorar la juventud, todos la añoramos por las posibilidades que nos permitía, valorar la belleza, pero, ¿qué es la belleza? ¿No es una opción personal ?


...


Esa mujer, que me mira en la portada, más parece una niña, un cuerpo juvenil, cargado de sensualidad, esa niña me mira seduciéndome... Y me sorprendo con una erección


...

¿Ves como cualquiera puede caer en esa hipocresía, en esa trampa, en ese juego peligroso de deseos y fantasías?

miércoles, 18 de octubre de 2006

(des)encuentros

Su piel era fresca y brillante. Tenía un bonito tatuaje en el culo.

Bailaba en la jaula, movía la cabeza de un lado a otro bajándola de golpe, tendiendo toda su larga melena negra.

Dio la vuelta, giró la cintura hacia la derecha, extendiendo el brazo izquierdo hasta la punta de su zapato de tacón alto derecho, mostrando todo su hermoso culo hacia todos los que la mirábamos embelesados.

La música cambió de canción y miró al público lanzando un beso marcando los labios rojos exageradamente en un coqueto mohín. Fue sustituida por otra chica menuda rubia.

Bajó las escaleras moviendo sus caderas y se dirigió a la barra, pidió un gin-tonic. Me acerqué y me senté a su lado, la miraba disimuladamente hasta que ella me miró y preguntó: ¿qué haces aquí? Me intimidó que se dirigiera a mí con tanta naturalidad. Apenas acerté a decir, ¿me preguntas a mí? Vi que me mirabas allí abajo y te has dado prisa para acercarte. Me pareció un poco descarada, pero había algo en su aspecto que eliminaba esa fría y casi antipática actitud y la convertía en una mujer muy atractiva.

Nuestra conversación fue avanzando por terrenos cada vez más provocativos.

Inclinó su cuerpo hacia mí, elevando sus pechos firmes y prominentes, rozando mi brazo... me estremecí.

Bueno, ¿me invitas a otra copa antes que suba de nuevo? Por supuesto, me envalentoné. Si quieres puedo invitarte a todas las que quieras después de tu actuación. ¿Qué te parece? Hizo una señal al camarero; otra Víctor, el señor me invita.

Bebió un par de sorbos y marchó para la pista. ¡Mírame! Me dijo con voz sensual. Este baile te lo dedicaré a ti.

Sentí excitarme por momentos, deseaba sujetarla por la cintura y besarla. Era extraño, pero en aquel instante, si estuviera en mi mano, hubiera eliminado a toda aquella gente que ahora la miraban bailar. Quería disfrutarlo sólo para mí.

El juego de luces insinuaba su figura provocando mi deseo. Así estuve sin dejar de observarla, haciéndole el amor con la mirada. Los movimientos de ella parecían entender mis pensamientos.

Elevó su pelo sobre la nuca. Echó su cabeza hacia atrás, y antes que me diera cuenta, despareció.

La busqué con la mirada desesperadamente entre la gente y, al no verla, fui a su encuentro, pero dos gorilas me impidieron la entrada al pasillo de los camerinos.

Las limpiadoras realizaban su faena como cada día en la oficina. Ana y Mª Carmen llegaban a las ocho de la mañana y marchaban a las doce del mediodía.

Habitualmente, yo disfrutaba de mi asqueroso café de máquina y mi dónuts. A esta hora de la mañana ponía en orden la mesa que la tarde anterior había dejado hecha un desastre, papeles por todos lados, carpetas abiertas y otras amontonadas.

Hoy, sin embargo, sorbía lentamente mi café pensando en ella, dudaba si la noche anterior había sido un sueño o fue una bella realidad.

Ana pidió permiso para entrar.

Sí, pasa, ¿quieres que me salga? No molesta, señor, no se preocupe.

... Sí, qué maravilla de mujer, qué cuerpo, qué voz más dulce. No dejaba de pensar en ella mientras la chica de la limpieza hacía su trabajo.

Tenía ya 45 años. Había tenido algunas aventuras esporádicas y una novia formal que acabó marchándose con un compañero de trabajo mucho más joven, hace cinco años. No había vuelto a enamorarse y no se iba a enamorar ahora, a estas alturas, y menos de aquella mujer que trabajaba de gogó en un club nocturno. Sería inmigrante, quizá tendría un chulo al que mantendría clandestinamente. Prefería así apaciguar su deseo.

Absorto en sus pensamientos, a veces dulces, a veces amargos, creía tenerla y la perdía antes de empezar.

Pasaba la mopa por el suelo Ana y quitaba el polvo de las estanterías, tiraba las colillas del cenicero y lo miró de reojo. Sonrió amargamente. Míralo, pensó, ni siquiera me mira. Ana era una mujer de 30 y pocos años, estaba separada y tenía dos hijos. Era una mujer hermosa y bastante atractiva, que quedaba oculta debajo de esa bata horrorosa de color celeste hospital, ese pelo recogido en una cola y esas feas y anticuadas gafas, porque no podía permitirse el lujo de comprar un par en Alain Affelou.

Lo amaba desde hace mucho tiempo, casi desde que entró a trabajar en la empresa hace dos años. Acababa de separarse de su marido que la dejó deprimida, desesperada y sin saber cómo poder ganarse la vida. El trabajo en la oficina ayudó a poder pagar la hipoteca y poco más. De modo que aquella tarde de sábado, de compras en el Carrefour aquel viejo amigo de la adolescencia se le acercó. Estuvieron intercambiando las frases típicas, tomando un café, cuando le ofreció esa oportunidad de incrementar sus ingresos y poder vivir con mejores condiciones.

Pero tú sabes qué edad tengo, ya no soy ninguna jovencita. A dónde voy, si ya me cuesta encontrar otros trabajos que no exigen demasiado ni física ni intelectualmente. Nadie quiere mujeres ya de más de 30, el mercado sexual ha rebajado los límites. Chico, ahora se llevan las lolitas. Mírame, ¿tú crees que puedo provocar a alguien como no sea lástima?

Ana, tienes que valorarte más y creértelo. Eres una mujer preciosa. Hazme caso, ven esta noche y probemos, a ver qué tal te va.

Le constó muchas lágrimas, vergüenzas e imaginar que podía hacerlo. Las compañeras la arroparon y le enseñaron algunos trucos para calentar el ambiente. Pónte un tatuaje de pega en un lugar estratégico y ya verás que los vuelves locos. Le aconsejaron...

Ya ves qué hombre, en qué pensará, se dijo ella mirándolo.

¿Te queda mucho, Ana? No señor, recojo esto y ya me marcho.

Ana se inclinó hacia el suelo para recoger algunos papeles arrugados que él tiró la tarde anterior. El miró su trasero y... siguió ensimismado en sus pensamientos.

lunes, 16 de octubre de 2006

solidarios

Crees que vives bien, te puedes permitir una casa y un par de coches, algún que otro viaje, pagar los estudios de tus hijos. Bien, párate y engorda con toda la basura que te den y además debes estar agradecido, porque mira esos desgraciados que nos muestra la televisión, las vidas horrendas que relatan los periódicos.

La televisión nos atonta con programas, publicidades, noticias que forman y dirigen nuestros deseos, programados hacia tres fines:

- ser más ricos, a ser posible famosos o populares.
- ser bellos y jóvenes
- comprar

Nos venden una falsa felicidad
Nos anestesian con banalidades y algo de concienciación humanitaria y ecológica
Nos atrapan con hipotecas
Nos lavan el cerebro hacia un derecho laboral de risa y entramos voluntaria y alegramente convencidos de que no puede existir de otra manera.
Eso será porque ellos quieren y no se lo impedimos

Solidarios unidos hacia las ONGs para reivindicar los derechos del hombre sobre el planeta empezando desde aquí...

Ella, al menos, pudo elegir




http://www.intermonoxfam.org/




¿Qué estamos haciendo con los privilegios de las sociedades de los países desarrollados? La grotesca exhibición del consumismo, es injusto el derroche material, el culto a la belleza y juventud eternas. No nos engañemos, ser solidarios nos pone cerca de ese dolor universal, pero sucumbimos al engaño del poder. Al final la solución sólo radica en los poderes económicos que no permitirán que todos tengamos las mismas oportunidades.

Esta modelo representa a lo que la sociedad aspira: moda, belleza... Y tiene la misma imagen que la pobreza más absoluta. Antes, la riqueza significaba opulencia, mejillas sonrojadas y buenas carnes. Ahora, ni los más ricos se libran de la tiranía: todos somos infelices. La desfachatez llega al límite cuando se viaja como turista a estos países que se parecen a los pobres, pero que son exóticos, cuando un joven de éxito va a la vendimia como terapia para el estrés...


domingo, 8 de octubre de 2006

Prepárate, mundo de la moda

Somos un grupo de diseñadores de diferentes objetos. Pero estamos intentando entrar en el mundo del textil. De las camisetas. Buscamos posibles patrocinadores que crean en nuestro sueño. Merlovier promete la identidad y promete la comunicación.