Cuando mostramos una cara perfecta (retocada por ordenador), esa bella y perfecta mujer de cuarenta años que nos dice lo bien que le va esa crema para cuidar su cutis, y qué suave tiene su piel, sin celulitis, tersa, ese culo prieto y ese pecho terso; esa madura mujer es una modelo que probablemente tenga apenas veinte años o incluso una adolescente.
Cuando envejecer parece hasta ofensivo, una lacra para la sociedad, una epidemia que debemos erradicar.
Cuando valoramos ese cuerpo de mujer aniñado no estamos siendo cómplices de esos animales que negocian con niños, con niñas, que utilizan a menores para saciar sus deleznables fantasías sexuales. No siempre debidas a tristes enfermedades. Muchos no son enfermos, ni son incultos, ni son víctimas ni sus vidas, son espléndidos hombres con vidas exitosas, poderosos, padres de familia, buenos ciudadanos...
Valorar la juventud, todos la añoramos por las posibilidades que nos permitía, valorar la belleza, pero, ¿qué es la belleza? ¿No es una opción personal ?
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Esa mujer, que me mira en la portada, más parece una niña, un cuerpo juvenil, cargado de sensualidad, esa niña me mira seduciéndome... Y me sorprendo con una erección
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¿Ves como cualquiera puede caer en esa hipocresía, en esa trampa, en ese juego peligroso de deseos y fantasías?
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