domingo, 29 de septiembre de 2013

Abstracción fallida.


Volteó la luna su figura sensual, que poco a poco otorga lucimiento a las estrellas.
Con el ánimo de un tiempo usado, el “good morning” comenzó.
Extraña entre elementos apenas reconocidos, espejo de lo que sin querer  repites lo que detestas.
Sentir con palabras lo que no sabes ni siquiera  qué sientes, un caos de pensamientos confusos o confundidos. Emociones tratadas de expresar en un lenguaje aprendido con palabras, formando  frases bellas por ser exactas y que desaparecen a golpe de magia con la conciencia restablecida. Ese desasosiego que crea lo no identificable, un mundo que se te antoja cada vez más desconocido e incongruente perdidos por la antesala del despertar.
Falto de razón y de razones para continuar insistiendo en la dirección de levantar cabeza. Viendo de nuevo una vez más que nada se corrige, nada avanza por el camino correcto, sólo intentos vanos que quedan en pompas de jabón que explotan, cuando maravillada las observa rompiendo en un instante la ilusión que brilla en tus ojos sus curvas transparentes.
Una quiere ser fiel a las palabras, pero al final la obliga el “pastron” osmosis de pastor-patrón que impone su férrea impronta de conducir al redil la oveja descarrilada. Como a cuerpo desnudo la viste y la estropea, afea sus contornos. Oculta su verdadera belleza, la sinceridad que navega por tu mente del sentir de un cuerpo, un fluir puro y cristalino que emerge de la roca aún sin contaminar, empeñándonos en adornar lo que no necesita de artilugio sólo un cauce por donde descender, dejarse llevar por la fuerza primigenia que marcaron los primeros surcos. Nacer y vivir siempre puros por caminos inventados y paisajes nuevos.
Se colocó la lente de la conciencia, incorporándose escuchando sin oír al testarudo despertador, siempre fiel en su empeño, obrero de la cotidianidad. Residuos de frases perfectas vagaban aún por su cabeza, hilando sujetos y predicados. Regresando a la realidad subyugada por la belleza de aquellas palabras tan bien combinadas, expresando, sin habérselo propuesto el reflejo de un lenguaje interno generado desde sus vísceras y sangre. Química que recorre los conductos que cerradas sus compuertas apenas las abre a la luz del día con la impotencia de no poder retener tan sólo una frase y un sujeto aislado de aquella, vacío de predicado. Paró en el peaje quedando atrás otras tan hermosas, tan lúcidas que ante el foco de la cordura parecían esquizofrénicas, tratando inútilmente de recordarlas.
Una adoctrinada y prostituida realidad se afana en restablecer al alma durmiente  a su rutina, emborronando esa verdad surgida del pozo de su ser.
Tal vez ese cuadro que asparse colores de impresiones libres obedece a esclavas palabras que tratan de expresar lo qué ni una ve claro. Es mucho pedir que la semilla crezca sin agua, tan sólo a escupitajos.
Por qué la luz del despertar anula las sinuosas sombras que delimitan otra realidad quizá más auténtica que habla con otro código. Qué ocurre con nosotros los hombres, qué pasa con tantas pistas que nunca descubren la verdad. Aclarar las intenciones del asesino que cada mañana ejecuta su crimen.
Por qué estos sueños o ensueños navegan por lenguajes que se nos antojan confusos y extraños. Cuánto dirían si lo entendiéramos, cuánto nos contarían que nos harían más sabios y mejores. Sin embargo, una vez más, un mundo onírico que parece jugar con nosotros al despiste. Qué dios gracioso se empeña en no querer crecer, ese Peter Pan que juega con sus reglas que no comparte. Ese ritual de adivinanzas complicadas y absurdas, difíciles de resolver. Buscando solo su satisfacción en ese onanismo perpetuo. Comparte tío, comparte y disfrutemos todos con este juego, no nos lie distrayéndonos, confundiéndonos, engañándonos. ¡Joder, crece ya!

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