Aquella mañana se levantó algo raro, bajó las escaleras y
abrió la puerta del patio para sacar al perro como cada día antes de ir al
trabajo. El perro lo miró, lo olisqueó y echó atrás ladrando. Estaba extraño,
no quería acercarse, no movía el rabo alegre, no saltaba feliz a su alrededor
como de costumbre. Fue hacia él, quería acariciarlo, tranquilizarlo,
preguntarle qué le pasaba, no lo llamó, callado acercó su cara a la suya y sólo
acertó a decir: guau.
Quiso sacar el perro. Éste lo miró, lo olisqueó. Estaba
extraño, no quería acercarse. Intentó tranquilizarlo, acercó su cara y sólo
acertó a decir: guau.
Intercambio.
El perro estaba raro, no saltaba feliz a su alrededor como
de costumbre. Intentó tranquilizarlo, se acercó y sólo acertó a decir: guau.
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