Que
impotencia ante tanta prepotencia. Frases como estas tienen altavoz cada
mañana: pero donde se ha visto que la gente salga a la calle a gritar y
protestar…, quieren la república y ya sabemos cómo acabaron aquellas… Vaya dos
rosas con espinas nos regalan éstos que se permiten tener voz. Ahora resulta que cómo nos permitimos
protestar por los abusos que están ocurriendo. Y con respecto a la República,
yo le preguntaría a ese prestigioso periodista si no recuerda también cómo
acabaron las monarquías y sobre todo y fundamentalmente que no fracasaron las
repúblicas sino que fuerzas fascistas por un lado, así como intereses particulares de un sector
históricamente dominante por otro, no querían perder privilegios. Ahí andamos
años más tarde luchando, como siempre nos toca, ante tanta impunidad y descaro
de estafadores con poder. Los que tienen nombre y los que se ocultan detrás de
éstos. Siguen negándose a permitir al pueblo vivir con dignidad cómo si el
hecho de que los ciudadanos disfruten de derechos y de una vida con calidad,
les quite a ellos la oportunidad de seguir sacando el máximo partido, ejerciendo su control con
el miedo y el desprecio hacia las manifestaciones públicas de las voces
ciudadanas. Quizá porque una sociedad más justa les haga peligrar el chollo y beneficio
del que disfrutan, con la tranquilidad que les ofrece su posición social y
política. Hablan ellos de actuaciones aisladas y los señalan como unos pocos locos y agitadores, insisten en decir que la
gente buena y que han perdido sus casas están obedientes en ellas, vaya
contradicción. Con descaro se presentan negando evidencias que ya no saben cómo
ocultar. Son capaces de dar argumentos peregrinos que no engañarían ni a un
niño, tal vez pensaron, que tantos años de sumisión nos convirtieron en
ingenuos. Pero aún creen tener y probablemente sea así, bastante fuerza y apoyo
detrás. Todo un engranaje, de un séquito formado, amparado y enriquecido que
les apoyará en esos argumentos intragables y ante los que la gente corriente no
tiene más herramientas que protestar y hacerse oír. Porque no estamos ciegos ni
sordos, porque a pesar de ofrecernos distracciones tenemos claro el horizonte. Parecen
decirnos desde su púlpito, seguiremos robando y abusando porque queremos y
podemos, y ojito con sublevaros porque seguimos dispuestos a no perder nuestros
derechos por vuestros DERECHOS.
Ningunear
el número de manifestantes, desprestigiarlos o calumniarlos es su estrategia,
suerte que la gente está cambiando. Cada vez el desengaño es mayor y la
frustración acumulada por la proliferación de tantos sinvergüenzas, tanta basura
acumulada debajo de las alfombras de sus instituciones, es mayor. Y ya de
última, encima, alardeando y jactándose ante nuestras caras. Todavía sé
sorprenden por la desconfianza en la base política y administrativa del país y
que esté desacreditada cuando ellos solitos lo han conseguido.
Estoy
acostumbrada a escuchar en los debates, que si se vislumbra opiniones
razonables y más justas por la defensa de que el pueblo proteste o se critiquen
las instituciones sociales, económicas y políticas como por ejemplo la
intocable, hasta ahora, institución de la monarquía, acaben reculando, tal vez por
temor a perder el puesto o el estatus que les dará poder codearse después con
ellos y cierran siempre el discurso defendiendo la imagen del rey, ese señor
que al parecer ha hecho tanto por España y su democracia, ese señor del que
conocemos aquello que nos han querido enseñar. Algo ha fallado en esta pintura
que está dejando ver un cuadro muy diferente aunque difícil de mostrar por todo
lo que su limpieza arrastraría llevándose por delante toda una mentira
constituida “democráticamente”. Unos por temor a males mayores, otros por
conveniencia, otros por cobardía y otros
para tapar bocas. A la vista de los últimos acontecimientos que rodea a él y a
su prole, dónde están los historiadores, ¡qué cuenten la verdad!, que hablen
los intelectuales de bien que aún no hayan sido comprados o estén ya muertos.
La historia debe ser escuchada y no ocultada con pretextos de que la verdad
reaviva odios, esa es una gran mentira que sólo protege a los verdugos, muchos
aunque muertos tienen brazos largos.
Me
gustaría terminar con una frase intensa y bella por la verdad que contiene, El
siglo XX será recordado no sólo por las atrocidades de los malos, sino también
por el silencio de los inocentes. Espero y deseo que el siglo XXI sea recordado
porque si ocurren atrocidades no permanezcamos callados, más que le pesen y
quieran amordazarnos.
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