Pasea su estirado palmito, al fin domesticado. La recién
estrenada princesa no fue nunca cenicienta. Apareció ante el pueblo como una
mujer de hoy en día y con carácter, eso gusta y le imprime personalidad.
Su carta de presentación se preparó y gestó meses atrás,
para que el pueblo la reconociese y no la sintieran extraña. Todos se
mantuvieron calladitos, hasta a la prensa le pasó la historia desapercibida,
profesionales despistados, consecuencia de la LOGSE.
La princesa y el príncipe se casaron, y eso al pueblo le
encanta, la princesa y el príncipe tuvieron hijos, y eso tranquilizó a la
población, la monarquía tendría sucesión. ¿Cómo vivir sin príncipes ni
princesas, cómo prescindir de esas bonitas historias de cuentos de hadas?
La princesa ya está adaptada a esta nueva vida tan
complicada. Tan difícil función y encima madre; eso lo sabemos las mujeres, lo
estresante que es compaginar hijos y trabajo…La princesa es muy elegante y para
nada tiene que envidiar a ninguna otra dama de su alta posición, no hay para
ella competencia nacional o internacional. Su figura estilizada nos dejó en
buen lugar ante la sensualidad y élégance extranjera.
La princesa se codea con lo más glaumoroso y a la vez
consigue esa sencillez y cercanía que tanto admiramos el pueblo.
La princesa hablará de trapitos y gimnasios, de viajes y de
estéticas, porque la princesa es como ya he dicho una mujer muy actual.
La princesa es un ente único que abarca la esencia de todas las princesas de nuestra
sociedad: elegantes, activas, bellas, delgadas, perfectas… Y como todas las
mujeres nos dejamos aconsejar por esos truquitos de belleza, sobre todo, cuando
vienen de alguien que ha conseguido tan buenos resultados. La princesa tiene
esa amiga y aunque está lejos, sus aviones privados las ponen en contacto en
cualquier momento o lugar. Esa amiga también es muy hermosa, tal vez algo más,
por eso, la princesa se dejó aconsejar por ella y hablaron de mejoras y de
estilismo y de médicos. Ahora la princesa cada vez se parece más a su amiga,
debe ser que están tan unidas, que terminan con el mismo parecido. Ha
conseguido quitar esas imperfecciones de fábrica y va logrando una mirada y
estilo tan personal como su queridísima confidente.
Es encantadora nuestra princesa. Su imagen es ella y ella,
no sabemos quién es, pero todos dicen maravillas y a nosotros, el pueblo, se
nos cae la baba mirándola posar con sus elegantísimos trajes y su porte tan
solemne. ¡Qué suerte tenemos de contar con una princesa de cuentos de hadas!
Con su príncipe tan hermoso y atento, y sus retoños tan guapos y listos, que ya
saben hasta idiomas. Tan pequeños…
Es que no puede ser de otra forma para que este cuento acabe
bien. Deseémosles larga vida y que coman perdices, sin problema a la línea.
Porque la princesa es tan fina, que le viene de genética.
Existen personas que nacen para ser princesas y otras para
representar al pueblo llano, así es la vida y cada uno en su guion que es lo
mejor… o ¿no?
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