viernes, 22 de junio de 2012

La princesa mimetizada


Pasea su estirado palmito, al fin domesticado. La recién estrenada princesa no fue nunca cenicienta. Apareció ante el pueblo como una mujer de hoy en día y con carácter, eso gusta y le imprime personalidad.

Su carta de presentación se preparó y gestó meses atrás, para que el pueblo la reconociese y no la sintieran extraña. Todos se mantuvieron calladitos, hasta a la prensa le pasó la historia desapercibida, profesionales despistados, consecuencia de la LOGSE.

La princesa y el príncipe se casaron, y eso al pueblo le encanta, la princesa y el príncipe tuvieron hijos, y eso tranquilizó a la población, la monarquía tendría sucesión. ¿Cómo vivir sin príncipes ni princesas, cómo prescindir de esas bonitas historias de cuentos de hadas?

La princesa ya está adaptada a esta nueva vida tan complicada. Tan difícil función y encima madre; eso lo sabemos las mujeres, lo estresante que es compaginar hijos y trabajo…La princesa es muy elegante y para nada tiene que envidiar a ninguna otra dama de su alta posición, no hay para ella competencia nacional o internacional. Su figura estilizada nos dejó en buen lugar ante la sensualidad y élégance extranjera.

La princesa se codea con lo más glaumoroso y a la vez consigue esa sencillez y cercanía que tanto admiramos el pueblo.

La princesa hablará de trapitos y gimnasios, de viajes y de estéticas, porque la princesa es como ya he dicho una mujer muy actual.

La princesa es un ente único que abarca  la esencia de todas las princesas de nuestra sociedad: elegantes, activas, bellas, delgadas, perfectas… Y como todas las mujeres nos dejamos aconsejar por esos truquitos de belleza, sobre todo, cuando vienen de alguien que ha conseguido tan buenos resultados. La princesa tiene esa amiga y aunque está lejos, sus aviones privados las ponen en contacto en cualquier momento o lugar. Esa amiga también es muy hermosa, tal vez algo más, por eso, la princesa se dejó aconsejar por ella y hablaron de mejoras y de estilismo y de médicos. Ahora la princesa cada vez se parece más a su amiga, debe ser que están tan unidas, que terminan con el mismo parecido. Ha conseguido quitar esas imperfecciones de fábrica y va logrando una mirada y estilo tan personal como su queridísima confidente.

Es encantadora nuestra princesa. Su imagen es ella y ella, no sabemos quién es, pero todos dicen maravillas y a nosotros, el pueblo, se nos cae la baba mirándola posar con sus elegantísimos trajes y su porte tan solemne. ¡Qué suerte tenemos de contar con una princesa de cuentos de hadas! Con su príncipe tan hermoso y atento, y sus retoños tan guapos y listos, que ya saben hasta idiomas. Tan pequeños…

Es que no puede ser de otra forma para que este cuento acabe bien. Deseémosles larga vida y que coman perdices, sin problema a la línea. Porque la princesa es tan fina, que le viene de genética.

Existen personas que nacen para ser princesas y otras para representar al pueblo llano, así es la vida y cada uno en su guion que es lo mejor… o ¿no?

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