domingo, 9 de marzo de 2014

Otro planeta que no es Marte



Os propongo un experimento único, la posibilidad de marchar a otro planeta.  Por suerte para este fantástico viaje no necesitamos la NASA. Nos basta y nos sobra llevar a cabo algunos pequeños cambios. De entrada parecerán modificaciones tremendamente imposible para algunos y para aquellos que opinen que es bastante fácil, les advierto que tendrá sus complicaciones pero que pasado el periodo crítico, les prometo una experiencia inolvidable.
¿Estáis preparados para calentar motores?, pues ¡comencemos! Viajaremos a un planeta desconocido sin necesidad tampoco de ciertas drogas o técnicas paranormales. Ni tan siquiera necesitaremos la imaginación o ponernos en trance con ningún mantra. Podemos marchar a otro planeta y no lo digo con el pensamiento sino con una realidad sensitiva tan real como la vida misma, ni más ni menos.
El experimento, bueno más bien nuestro viaje interplanetario, consistirá en vivir una sola semana sin móvil ni televisión, sin prensa, ni conversaciones políticas o debates de economía, sin conflictos ni crisis, además no podremos hablar con nadie. Mantente tan sólo una semana, eso es,  una semana, solo en tu casa, desconectado del mundo. Escaparemos de este mundo caótico, falso, más extraterrestre que al planeta al que vamos a dirigirnos. Te aconsejo que te aprovisiones bien antes. Que desconectes todos los teléfonos. Enciérrate a cal y canto. Para no alarmar a nadie y vengan a derribar tu puerta pon un cartel, “volveré en unos días”.
Cuando al fin te halles en silencio con el único rumor de la calle, los ruidos contiguos a las paredes de tu casa y los sonidos inevitables de cañerías, es más, te aconsejo que incluso desconectes el frigorífico, ese monstruo hambriento que se agita de vez en cuando en la cocina, o cualquier aparato electrónico, asegúrate que tu móvil esté sin batería, tabletas y demás artilugios que absorben la energía de nuestros cerebros e impiden el despegue. Entonces, ya es el momento de empezar a disfrutar de tu aventura.
Probablemente estés nervioso al principio, algo extraño e inquieto, puede que si eres de salir sientas cierto sofoco y hasta algún amago de claustrofobia, y desees correr hacía la ventana y abrirla de par en par, o peor aún salir pitando escaleras abajo. No te lo aconsejo, resiste este impulso porque una vez de nuevo en la calle, antes de que desees volver otra vez a tu refugio e intentarlo de nuevo, el mundo exterior te habrá atrapado  y habrás perdido, tal vez para siempre, la maravillosa oportunidad de haber realizado el viaje de tu vida hacía un espacio desconocido.
Debo advertirte que los dos primeros días son vitales, el síndrome de abstinencia te atenazará, bloqueará tus pensamientos y tus músculos, la respiración se te acelerará, puede que hasta comiences a escuchar voces que te llaman, teléfonos que suenan insistentemente, sentirás el pánico de que alguien aporrea constantemente tu puerta. La cabeza se te llenará de ideas catastróficas, empezarás a imaginar que algo horrible ocurre ahí afuera y tú lo estás ignorando y cuando vuelvas el mundo habrá cambiado tanto que serás un desconocido para todos los que te rodean. La gente conocida, los familiares y amigos, se habrán olvidado de ti, o tal vez hayan desaparecido. Puede que un nuevo orden social se haya construido y tu entonces serás un eslabón perdido del hombre antecesor.
Estos mensajes negativos te harán sentir una angustia insoportable y querrás huir, pero yo te digo, que si eres capaz de superarlo, si soportas la ansiedad extrema, la sudoración y las voces de tu cerebro que te aconsejan que abandones esta aventura loca, te aseguro que el paraíso llegará al tercer día. Y todo un sistema regenerador, una maquinaria anquilosada comenzará a funcionar de nuevo, al principio lentamente como un reloj en desuso pero después cogerá carrerilla y toda una experiencia alucinante y fantástica comenzarás a disfrutar.
Puedo asegurarte que al tercer día lo habrás conseguido, después de las tempestades y las turbulencias, después de esquivar meteoritos amenazantes y de luchar contigo mismo, habrás llegado. Estarás pisado la tierra prometida, un nuevo planeta, aún desconocido, donde todo está por descubrir, sin nombre ni bandera.
Qué gozada más auténtica, algunos de los reflejos que tenías olvidado de nuevo aparecen, olores indescriptibles se agudizan y las cosas a tu alrededor adquieren colores más intensos, también empiezas a escuchar el maravilloso sonido del universo. Sólo los dioses y tú podréis oír esa melodía reconocida, sí, porque estuvo ya presente cuando eras aún unas minúsculas células que crecían en el vientre materno, incluso antes, cuando eras parte de la nada.
Sensaciones y emociones que tenías olvidadas, incomparables, te harán sentir el más intenso placer, mayor que cualquier orgasmo anteriormente vivido. Es más si la experiencia sexual la tienes será la mejor que hayas tenido. Si consigues convencer a una o un compañero de aventura, según preferencias, si lográis no interferiros con un lenguaje ya corrompido, si ponéis en funcionamiento otros lenguajes de comunicación,  el placer que experimentéis no será de este mundo.
Las preocupaciones diarias se esfumarán poco a poco y eso de que dicen que el cerebro nunca descansa, no es verdad, tan sólo es que estamos hiperexpuestos y nos resulta imposible desconectar de todo este mundo tecnológico y difuso, de toda esta amalgama informativa y desinformativa que nos esclaviza y nos anula como personas sensitivas. Estamos fagotizados por todo un engranaje comunicativo que contrariamente a lo esperado, nos des-comunica de nuestra esencia más auténtica y vital y nos aíslan con la idea engañosa de estar conectados, cuando en el fondo el mundo nos ignora con su continuo soniquete de redes electrónicas.
Pero cuando al fin te desprendes de ellas y logras comunicar contigo mismo, cuando sumergido en este apasionante viaje, sientes el choque de tus neuronas en sus sinapsis vitales, como ecos en una habitación vacía, te encuentras, te reconoces y te sientes.
Comienza un verdadero conocimiento de tu ser, te miras ante el espejo y ante ti aparece tu verdadero rostro, miras tu cara, tus manos, tus piernas y dedos, adviertes sus formas y contornos, tu piel como un cielo particular de estrellas, sus marcas y lunares, sus poros, sus venas, la admiras por primera vez como tierra frondosa y viva. Te tienes, te perteneces y nada viene a interrumpir esta conversación contigo mismo. Notas el fluir de la vida en tu interior y te sientes parte de un fluir infinito.
A partir de ahora tu espacio no está cerrado sino que paradójicamente nunca antes te habías sentido tan flexible, sin límites, tan gaseoso que podrías escapar hacía fuera de la habitación por los conductos de la ventilación, o las rendijas de las ventanas mal selladas. Pero esta comunicación con el mundo no te condiciona, no te quita tu tiempo sino que compartes todo con todo el universo y nunca antes te habías sentido tan acompañado, tan libre. Estas integrado como un cuerpo único viviente. No hay necesidad de gritar o hablar continuamente, podemos escapar de ese ruido constante de palabras que no dicen nada.
Es mi deber advertirte, que todo esto lo vivirás como una ilusión fugaz, como un sueño que transcurrió en una fase REM, como una utopía irrealizable, pero tus neuronas conservarán esta memoria que la rutina tratará de eliminar, diluyéndola en su ruido de fondo,  convirtiéndolo todo en algo irreal.
Volverás a tu planeta y todo estará exactamente igual que lo dejaste. Nada habrá cambiado porque el mundo seguirá girando a esa velocidad de vértigo, sin embargo imperceptible. La gente sumergida en ese bullicio informativo al que están tan acostumbrados sus cerebros contaminados. Incapaces de descifrar nada y sordos ante las voces que les hablan sin obtener respuestas a causa de sus tímpanos atrofiados, que responden únicamente a esos estímulos con los que les bombardean, y ese repetitivo y simultáneo vibrar de móviles, las machaconas melodías clásicas o pachangueras, los incansables WhatsApps con mensajes estúpidos, con esos saltos llamando continuamente tu atención, el periodista dando sus manipuladas y encauzadas  noticias, con su bla bla bla monosilábico, la prensa escrita con sus mensajes comprados y pactados, el mundo internaútico vendido.
Mientras el mercado de telefonía en una efervescencia productiva, compren, compren, lo llevo barato, barato, el último modelo y más bla, bla, bla y la gente dándose de que se las entienden, que están a la última y repitiendo como loros (sin ofender a éstos), los mismos argumentos aprendidos, creyéndose o haciendo creer que son propios.
Si a pesar de todo consigues que sea una experiencia transformadora, lo vivido será inolvidable y podrás repetirla siempre que lo desees, al menos, de vez en cuando como terapia. Y si lográramos que otros la llevaran a cabo, el mundo quizá llegara a ser un planeta más habitable. De paso y por añadidura conseguiríamos que el poder energético perdiera millones por segundo, así veríamos el miedo en sus ojos, el terror de perder su poderío, arruinarlos y que sufrieran en propias carnes el derrumbe vital que hacen padecer a la humanidad.
Este planeta nunca lo hallarás en ningún retiro que tienen sus condicionantes externos, sus reglas absurdas, sus hábitos creados, sus snobismos, únicamente lo encontraras en tu hogar, dentro de ese espacio íntimo que sólo regulas tú.
Pensándolo bien, no sé si hablo por boca de la experiencia o simplemente es una tontería más que se me ha ocurrido o tal vez, ¿sólo sea un bonito sueño…?  Puede que un día de estos, lo ponga en práctica, pero esperaré a estar de vacaciones, y que los niños vayan al campamento, ah es fundamental que Juanjo y Rosa estén de viaje. A ver déjame ver, creo que para mayo esperaba un envío por correo, vaya por el grupo de guasap del club se van a extrañar que no les hable, soy el alma del equipo, tendré que decirles que voy a un retiro, pero entonces me preguntarán que me pasa, y si me llaman del trabajo para algo urgente, o mis padres deciden que ya que estoy de vacaciones puedo hacerles una visita, uhm, vaya… que complicado esto de querer hacer algo, todo son impedimentos. Y veremos cómo convenzo a Carlos de la idea, me va a llamar loca, o que es el síndrome ante-postraumático que le dan a la gente cuando baja el ritmo en vacaciones. Pues vaya hablando de salud, va a ser imposible porque para mayo tenía el chequeo médico, aprovechando las vacaciones y que los chicos iban a estar de campamento. Pues nada va a tener que ser en otra ocasión.  

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