viernes, 7 de marzo de 2014

Pan, para pan



Como nuestros cerebros no descansan nunca y los pensamientos se enlazan como los eslabones de una cadena, de aquellos panes vienen estas migas.
Probablemente todos tengamos recuerdos unidos al pan. El bocadillo de nuestras meriendas, ¿habrá algo más suculento, y tan económico? Ni siquiera el más extravagante plato del mejor y más reconocido chef es comparable. Ese pan con chocolate de nuestra infancia, ese pan con aceite y azúcar o sin ella para los menos golosos. En el desayuno, para la merienda, en los viajes, como cena, incluso almuerzo, sin olvidar ese tentempié tal vez acompañado de una cervecita. Esa miga blandita como algodón o nube blanca que, ¿recuerdas?,  aplastabas de niña con la cuchara para hacer una tortita, o jugabas con ella haciendo bolas…
¡Cuántos platos tradicionales llevan de base el pan! Nuestro gazpacho, el salmorejo y su variante, el arranque; las migas, el pan amb tomaquet… y cuántos necesitan el pan para mojar, el cocido, la pringá, los pucheros y las sopas.
Desde que el hombre elaboró su alimento, como los panes no crecían en los árboles, tuvo que inventarlo y desde entonces esa masa blanca o negra fermentada y cocida llenó nuestros estómagos desde tiempos inmemoriales.
Cuando no había nada que comer, él era el último que quedaba. Siempre omnipresente porque sin él llega la muerte, se acabó el pan que se daba.
El refranero popular está lleno de referencias a este alimento paradigmático. A falta de pan, buenas son tortas; pan para hoy y hambre para mañana; los más culinarios. Los hay contestatarios, dame pan y llámame tonto, pan y circo. Reivindicativo hasta la desesperación, no me quitéis el pan de mis hijos, el pan no cae del cielo, para los no bíblicos o el pan cae del cielo como el maná profético. Tener suerte en la vida, este niño viene con un pan bajo el brazo. Como pronóstico se equivocó dios, pues si en lugar de carpintero san José hubiese sido panadero, probablemente su hijo no habría acabado tan mal, o tal vez, con su peculiar sentido del humor fue eso lo que pretendió. Para los espirituales, no sólo de pan vive el hombre. También promueve la solidaridad, compartir el pan y la sal; o el egoísmo, pan pa’mí y hasta para describir el carácter de alguien, no tiene migas, que cabría decir más malo que el pan duro; pero también si es bueno dicen, es más bueno que el pan, porque el pan es el manjar de los dioses y su ausencia lo peor. También nos vale para describir el físico, tiene cara de pan y sin anda un tanto confundido, estás empanado. Para aquellos que les gusta piropear tendríamos para ambos sexos, está más bueno que el pan o estás para mojar pan.
Como abarca desde los planos divino hasta los más elementales, no estuvo dios acertado al pensar en la manzana y aquí sí que hubo error, porque si Eva le hubiera ofrecido a Adán su bollito caliente aún estaríamos en el paraíso, compartiéndolos ellas con los panes de los hombres.
El pan es por antonomasia el dios de los alimentos elaborados, es la creación del hombre, como dios creo el mundo. El pan es el súmmum Dios, hecho hijo, porque tiene algo supremo y algo mortal. Por silogismo el hombre es como dios, éste creo el universo y aquél todo un universo del pan. Siguiendo con lo divino, el pan se santifica, se convierte en cuerpo de Cristo y por él rezamos cada día. El pan es religión y nuestra bandera, es uno y múltiple. Como el dios supremo, también se le llama con muchos nombres según con qué forma se presente.
El pan puede tener distinta calidad, textura, composición y tipos de cocción, así que, aunque con esencia única, podemos encontrar vienas, bobas, molletes, barras y baguettes, de molde o en picos y muchos otros que por no haber oído hablar de ellos no los puedo enumerar pero si buscara en Wikipedia su lista seguramente sería infinita.
Se le canta en su simpleza, pan tostaíto migaíto con café.  Y de su versión húmeda. Otros le hacen honores en su versión seca, llevándolo con orgullo en su nombre algún cantaor, Pansequito.
Como el jamón, tiene su pata negra, es el “pan de pueblo”. Tú lo nombras y ya se te hace la boca agua imaginándotelo con manteca colorá, aceite o pringá, sobrasada o tocino y toda gama de embutidos. Diréis que no será para tanto cuando no se basta solo, pero aunque eso no sea verdad, ¿quién, si puede, no añade más placer al sexo? Mira si es cierto lo que digo que si te ponen a adelgazar, el primer placer que te quitan es el pan. Que si no fuera por las malas lenguas, este sería el mejor sustituto para los que dejaran de fumar.
Se nos llena la boca con este monosílabo rimbombante, pues no en vano son de los primeros sonidos. Hasta hacemos melodía con este monosílabo contundente sobre la fibra de un tambor o labio con labio, su gloria es ensalzada hasta en unas fiestas donde al unísono miles de tambores redoblan hasta romper los tímpanos en la noche, pan, pan, pan, para-pan. Los ingleses con su bread y los franceses con su croissants que se busquen otras rimas.
Y es que es tan paradigmática su presencia, que si vemos el negocio difícil decimos es un pan duro de roer, y si alabamos su bondad, es más bueno que el pan. Lo primero que se le da a un niño después de dejar la teta no es la papilla, sino un trozo de pan. Por lo tanto el pan es también didáctico, les enseña “aprender a aprender” como morder y masticar. Para dejar las cosas claras, al pan pan, y al vino vino, que éste es un añadido para mojarlo. Hasta pasado de fecha no caduca sirve para preparar otro alimento, y ya lo más de lo más, hasta para borrar alguna vez de estudiante lo hemos usado, claro los más viejos. Y hasta para pegar algo o como material de arreglo tapando algún agujero en la pared.
Cuando te han engañado, te dicen te la han dado con queso y ahí está el fraude pues debieron darte pan y te dieron queso. Con la crisis vino la modalidad pan con pan. O te tienen a pan y agua. Contigo pan y cebolla dicen en el amor. Y si algo es interminable y agotador dices, es más largo que un día sin pan. 
Las parábolas con pan, los rezos rogando pan, los milagros con pan. Se ha sofisticado en los últimos tiempos hasta la locura y lo ridículo, que si con pasas, que con semillas, con frutos secos, con tomate y especias, que si integral o refinado, cocido o a la brasa, crudo para hornear. Con el ecologismo y sus prácticas nos han llevado a fabricarlos nosotros mismos en casa eso sí con el robot de la thermomix. Y claro se llegó a su profanación absoluta con inventos amigos de las grasas saturadas, el aberrante invento del bollycao y sus colegas los bollos y sus variantes, que comes uno y engordan por tres.
Más listos que el hambre los hombres del negocio de la restauración, crearon la alimentación moderna con el pan como base, laminado y redondo la gran maestra la Pizza, su prima hermana, la hamburguesa, los perritos calientes, los sanwiches y ¿qué decir de los apuntados al carro, los pans and company y los bocatas? Sus últimos incorporados, los cien montaditos.
Desde las tribus a los más modernos el pan es base nutricia.
¿Cómo se traga una espina atragantada? Con pan. Qué está bueno el jamón de acuerdo, pero lo comemos con pan.
El pan antiguamente duraba días, hasta semanas y ahora tienes el pan caliente y antes de que acabe el día, ha perdido su esponjosidad y calidad, pero a pesar de esto, está riquísimo tostado y sin tostar.
Como alimentarnos es tan necesario, lo hemos llevado hasta el esnobismo, desde el plato más simple hasta la cocina más selecta encontramos el pan. El pan ha recorrido todas las épocas desde la prehistoria hasta nuestros días. En la mesa del rico y en la del pobre. En época de carestía, las familias sabían crear platos con base de pan, llenaban y admitían todo lo que se pudiera pillar. Y aunque han existido alimentos fundamentales para la alimentación como fue la importación de la patata, aunque los tomates y pimientos hayan sido necesarios para dar color a su masa blanca, el pan se adapta a cualquier circunstancia o climatología. Desde los clásicos hasta los más innovadores, desde la tortilla de patatas a la tortilla deconstruida, ¿quién no se rinde ante un buen pan recién hecho, humeante y crujiente por fuera y blandito por dentro? Su olor, su sabor, su sensualidad que se adapta a cualquier paladar, pata negra de la nutrición.
Hasta para hacer chiste nos sirve, ¿cómo dicen los franceses al pan duro? pan de antié. ¿Y en dialecto swahili? bimbo, quedando clara su naturaleza políglota. Y de tener un santo, amigos, no podría ser otro que san Pancracio.
Entre tanto traje nuevo del emperador, en este caso platos de porcelana aparentemente cara que acoge algo indefinible con un chorrito de salsa trazando una artística línea de  color, por cierto que también te la cobran como un Miró, no nos engañemos, todos acabamos cogiendo en el restaurante el pico del pan.   
Inspira al literato y al pintor, y tuvo su aventura particular en una redacción escolar, donde un pequeño trozo de pan vivía un apasionante viaje a través del aparato digestivo, con caídas por precipicios, torbellino y arenas movedizas, un laberíntico descenso en continua transformación y una deshonrosa salida pero también una sublimación de su espíritu convertido en otro ser, en otra materia. En fin, como la vida misma.
Y hasta de aire están buenos, aunque se llamen buñuelos, o sin su típica forma de pan, empanadillas, pan de gambas, fajitas, tortitas americanas, cereales, desde Paris a Moscú, desde el África Septentrional hasta las islas Malvinas. Norte, Sur, Este u Oeste seguirá luciendo un hermoso pan en el corazón de la rosa de los vientos.
Ya el futuro nos trajo los transgénicos pero aún y no lo conoceremos, mi imaginación no se aventura ni a soñar, qué variedades vendrán, ojalá no vengan en forma de pastillas, porque eso sí perdería todo su encanto.
Si la mujer dio la teta, primitivamente, el hombre trajo el pan. Ya lo pidió el hijo al padre, dame el pan cada día.
Mucho pan tiene esto y más que se habrá quedado en el horno. Llevada por el verso le dediqué una oda y una estrofa de cuatro versos que eran una metáfora del pan y de la vida, jugando con su forma y sus fases, me valí de la luna.  El amanecer y la noche más oscura, pero perdí los apuntes y aquel hado me abandonó. Así que sin nada más que añadir, aquí estampo su punto y final, con la palabra más adecuada,


                                                                            PAN

En homenaje a mi padre, del que siempre guardará mi recuerdo su imagen sobre una bolsa de pan picado que desmenuzaba pacientemente para dar de comer a sus pájaros.                                                       

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