Como
nuestros cerebros no descansan nunca y los pensamientos se enlazan como los
eslabones de una cadena, de aquellos panes vienen estas migas.
Probablemente
todos tengamos recuerdos unidos al pan. El bocadillo de nuestras meriendas, ¿habrá
algo más suculento, y tan económico? Ni siquiera el más extravagante plato del
mejor y más reconocido chef es comparable. Ese pan con chocolate de nuestra
infancia, ese pan con aceite y azúcar o sin ella para los menos golosos. En el
desayuno, para la merienda, en los viajes, como cena, incluso almuerzo, sin
olvidar ese tentempié tal vez acompañado de una cervecita. Esa miga blandita
como algodón o nube blanca que, ¿recuerdas?, aplastabas de niña con la cuchara para hacer
una tortita, o jugabas con ella haciendo bolas…
¡Cuántos
platos tradicionales llevan de base el pan! Nuestro gazpacho, el salmorejo y su
variante, el arranque; las migas, el pan amb
tomaquet… y cuántos necesitan el pan para mojar, el cocido, la pringá, los pucheros y las sopas.
Desde
que el hombre elaboró su alimento, como los panes no crecían en los árboles,
tuvo que inventarlo y desde entonces esa masa blanca o negra fermentada y
cocida llenó nuestros estómagos desde tiempos inmemoriales.
Cuando
no había nada que comer, él era el último que quedaba. Siempre omnipresente
porque sin él llega la muerte, se acabó el pan que se daba.
El
refranero popular está lleno de referencias a este alimento paradigmático. A falta de pan, buenas son tortas; pan para hoy y hambre para mañana; los
más culinarios. Los hay contestatarios, dame
pan y llámame tonto, pan y circo.
Reivindicativo hasta la desesperación, no
me quitéis el pan de mis hijos, el
pan no cae del cielo, para los no bíblicos o el pan cae del cielo como el maná profético. Tener suerte en la
vida, este niño viene con un pan bajo el
brazo. Como pronóstico se equivocó dios, pues si en lugar de carpintero san
José hubiese sido panadero, probablemente su hijo no habría acabado tan mal, o
tal vez, con su peculiar sentido del humor fue eso lo que pretendió. Para los espirituales,
no sólo de pan vive el hombre.
También promueve la solidaridad, compartir
el pan y la sal; o el egoísmo, pan
pa’mí y hasta para describir el carácter de alguien, no tiene migas, que cabría decir más malo que el pan duro; pero también si es bueno dicen, es más bueno que el pan, porque el pan
es el manjar de los dioses y su ausencia lo peor. También nos vale para
describir el físico, tiene cara de pan
y sin anda un tanto confundido, estás
empanado. Para aquellos que les gusta piropear tendríamos para ambos sexos,
está más bueno que el pan o estás para mojar pan.
Como
abarca desde los planos divino hasta los más elementales, no estuvo dios
acertado al pensar en la manzana y aquí sí que hubo error, porque si Eva le
hubiera ofrecido a Adán su bollito caliente aún estaríamos en el paraíso, compartiéndolos
ellas con los panes de los hombres.
El pan
es por antonomasia el dios de los alimentos elaborados, es la creación del
hombre, como dios creo el mundo. El pan es el súmmum Dios, hecho hijo, porque tiene algo supremo y algo mortal.
Por silogismo el hombre es como dios, éste creo el universo y aquél todo un
universo del pan. Siguiendo con lo divino, el pan se santifica, se convierte en
cuerpo de Cristo y por él rezamos cada día. El pan es religión y nuestra
bandera, es uno y múltiple. Como el dios supremo, también se le llama con muchos
nombres según con qué forma se presente.
El pan
puede tener distinta calidad, textura, composición y tipos de cocción, así que,
aunque con esencia única, podemos encontrar vienas,
bobas, molletes, barras y baguettes,
de molde o en picos y muchos otros que por no haber oído hablar de ellos no los
puedo enumerar pero si buscara en Wikipedia su lista seguramente sería infinita.
Se le
canta en su simpleza, pan tostaíto
migaíto con café. Y de su versión
húmeda. Otros le hacen honores en su versión seca, llevándolo con orgullo en su
nombre algún cantaor, Pansequito.
Como el
jamón, tiene su pata negra, es el “pan de pueblo”. Tú lo nombras y ya se te
hace la boca agua imaginándotelo con manteca colorá, aceite o pringá,
sobrasada o tocino y toda gama de embutidos. Diréis que no será para tanto
cuando no se basta solo, pero aunque eso no sea verdad, ¿quién, si puede, no
añade más placer al sexo? Mira si es cierto lo que digo que si te ponen a
adelgazar, el primer placer que te quitan es el pan. Que si no fuera por las
malas lenguas, este sería el mejor sustituto para los que dejaran de fumar.
Se nos
llena la boca con este monosílabo rimbombante, pues no en vano son de los
primeros sonidos. Hasta hacemos melodía con este monosílabo contundente sobre
la fibra de un tambor o labio con labio, su gloria es ensalzada hasta en unas
fiestas donde al unísono miles de tambores redoblan hasta romper los tímpanos
en la noche, pan, pan, pan, para-pan.
Los ingleses con su bread y los
franceses con su croissants que se
busquen otras rimas.
Y es
que es tan paradigmática su presencia, que si vemos el negocio difícil decimos
es un pan duro de roer, y si alabamos
su bondad, es más bueno que el pan.
Lo primero que se le da a un niño después de dejar la teta no es la papilla,
sino un trozo de pan. Por lo tanto el pan es también didáctico, les enseña “aprender
a aprender” como morder y masticar. Para dejar las cosas claras, al pan pan, y al vino vino, que éste es
un añadido para mojarlo. Hasta pasado de fecha no caduca sirve para preparar
otro alimento, y ya lo más de lo más, hasta para borrar alguna vez de
estudiante lo hemos usado, claro los más viejos. Y hasta para pegar algo o como
material de arreglo tapando algún agujero en la pared.
Cuando
te han engañado, te dicen te la han dado con
queso y ahí está el fraude pues debieron darte pan y te dieron queso. Con
la crisis vino la modalidad pan con pan.
O te tienen a pan y agua. Contigo pan y cebolla dicen en el amor.
Y si algo es interminable y agotador dices, es más largo que un día sin pan.
Las
parábolas con pan, los rezos rogando pan, los milagros con pan. Se ha
sofisticado en los últimos tiempos hasta la locura y lo ridículo, que si con
pasas, que con semillas, con frutos secos, con tomate y especias, que si
integral o refinado, cocido o a la brasa, crudo para hornear. Con el ecologismo
y sus prácticas nos han llevado a fabricarlos nosotros mismos en casa eso sí
con el robot de la thermomix. Y claro
se llegó a su profanación absoluta con inventos amigos de las grasas saturadas,
el aberrante invento del bollycao y
sus colegas los bollos y sus variantes, que comes uno y engordan por tres.
Más listos
que el hambre los hombres del negocio de la restauración, crearon la
alimentación moderna con el pan como base, laminado y redondo la gran maestra la
Pizza, su prima hermana, la
hamburguesa, los perritos calientes, los sanwiches y ¿qué decir de los apuntados
al carro, los pans and company y los bocatas? Sus últimos incorporados, los cien montaditos.
Desde
las tribus a los más modernos el pan es base nutricia.
¿Cómo
se traga una espina atragantada? Con pan. Qué está bueno el jamón de acuerdo,
pero lo comemos con pan.
El pan antiguamente
duraba días, hasta semanas y ahora tienes el pan caliente y antes de que acabe
el día, ha perdido su esponjosidad y calidad, pero a pesar de esto, está
riquísimo tostado y sin tostar.
Como
alimentarnos es tan necesario, lo hemos llevado hasta el esnobismo, desde el
plato más simple hasta la cocina más selecta encontramos el pan. El pan ha
recorrido todas las épocas desde la prehistoria hasta nuestros días. En la mesa
del rico y en la del pobre. En época de carestía, las familias sabían crear
platos con base de pan, llenaban y admitían todo lo que se pudiera pillar. Y
aunque han existido alimentos fundamentales para la alimentación como fue la
importación de la patata, aunque los tomates y pimientos hayan sido necesarios
para dar color a su masa blanca, el pan se adapta a cualquier circunstancia o climatología.
Desde los clásicos hasta los más innovadores, desde la tortilla de patatas a la
tortilla deconstruida, ¿quién no se rinde ante un buen pan recién hecho,
humeante y crujiente por fuera y blandito por dentro? Su olor, su sabor, su
sensualidad que se adapta a cualquier paladar, pata negra de la nutrición.
Hasta
para hacer chiste nos sirve, ¿cómo dicen los franceses al pan duro? pan de antié. ¿Y en dialecto swahili?
bimbo, quedando clara su naturaleza políglota. Y de tener un santo, amigos, no
podría ser otro que san Pancracio.
Entre
tanto traje nuevo del emperador, en este caso platos de porcelana aparentemente
cara que acoge algo indefinible con un chorrito de salsa trazando una artística
línea de color, por cierto que también
te la cobran como un Miró, no nos engañemos, todos acabamos cogiendo en el
restaurante el pico del pan.
Inspira
al literato y al pintor, y tuvo su aventura particular en una redacción
escolar, donde un pequeño trozo de pan vivía un apasionante viaje a través del
aparato digestivo, con caídas por precipicios, torbellino y arenas movedizas,
un laberíntico descenso en continua transformación y una deshonrosa salida pero
también una sublimación de su espíritu convertido en otro ser, en otra materia.
En fin, como la vida misma.
Y hasta
de aire están buenos, aunque se llamen buñuelos, o sin su típica forma de pan,
empanadillas, pan de gambas, fajitas, tortitas americanas, cereales, desde Paris
a Moscú, desde el África Septentrional hasta las islas Malvinas. Norte, Sur,
Este u Oeste seguirá luciendo un hermoso pan en el corazón de la rosa de
los vientos.
Ya el
futuro nos trajo los transgénicos pero aún y no lo conoceremos, mi imaginación
no se aventura ni a soñar, qué variedades vendrán, ojalá no vengan en forma de
pastillas, porque eso sí perdería todo su encanto.
Si la
mujer dio la teta, primitivamente, el hombre trajo el pan. Ya lo pidió el hijo
al padre, dame el pan cada día.
Mucho
pan tiene esto y más que se habrá quedado en el horno. Llevada por el verso le
dediqué una oda y una estrofa de cuatro versos que eran una metáfora del pan y
de la vida, jugando con su forma y sus fases, me valí de la luna. El amanecer y la noche más oscura, pero perdí
los apuntes y aquel hado me abandonó. Así que sin nada más que añadir, aquí
estampo su punto y final, con la palabra más adecuada,
PAN
En
homenaje a mi padre, del que siempre guardará mi recuerdo su imagen sobre una
bolsa de pan picado que desmenuzaba pacientemente para dar de comer a sus
pájaros.
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